sábado, 2 de mayo de 2009

Sangre y nieve

Ya no podía dejar pasar más tiempo sin referirme a esta cinta sueca que es capaz, por sí sola, de demostrar varias cosas que parecían, hasta ahora, indemostrables.
Por un lado, podemos respirar tranquilos: hay vida después de Bergman. Luego, se puede hacer una película de terror CON ADOLESCENTES y no tratar a los mismos de idiotizados sacos de hormonas que sólo reclaman basura de consumo rápido como CREPÚSCULO y otras lindezas. Y por si todo esto fuera poco, Tomas Alfredson se permite algo que cada vez parece más difícil: innovar. Porque LAT DEN RÄTTE KOMMA IN (DÉJAME ENTRAR, en español) contiene varios frentes que palpitan a lo largo de su fascinante metraje. No sucumbe en ningún momento al esclavismo digital; mantiene al espectador en tensión sin que nadie chille histéricamente y sin sustitos gratuitos; logra una estética gélida, pétrea, en la que se mezclan las pesadillas bergmanianas (es inevitable) y la crueldad neutra de Gaspar Noé; parecería como si al amigo Kaurismaki le hubiese dado por especificar su tendencia al "género", aunque (y esto es importante) amplificando su mala baba.
La historia es sencilla porque la hemos visto representada miles de veces en pantalla. Es una historia de vampiros ¿Qué la hace especial entonces?, supongo que la conciencia de ser lo que es, sin eludirlo. Alfredson sabe que lo sabemos todo sobre la mitología vampírica, así que prescinde (afortunadamente) de tomarnos el pelo. En un momento dado, el lánguido protagonista (¿cuántos no van a verse reconocidos?) no puede más y pregunta a la inquietante niña-vampiro: ¿Eres un vampiro? ¿eres vieja? ¿estas muerta? Es decir, hace lo que cualquier persona haría en el improbable caso de encontrarse con un vampiro: curiosear.
La película, multipremiada allá donde ha sido presentada, contiene algunas escenas que harán palidecer a los que siguen pensando que RESERVOIR DOGS es sádica, aparte de algunos momentos de extraña belleza sumergida, momentos que nos descolocan y nos hacen preguntarnos si realmente es terror lo que vemos o una inteligente propuesta específicamente modernista y deliberadamente rompedora.
Y acabo poniendo los dientes largos (nunca mejor dicho) a los que aún no la hayan visto. La escena con la que se cierra el film es de las que va a permanecer en nuestras cabecitas durante mucho tiempo. Donde el cine se ha ridiculizado cientos de veces, en el uso de la cámara lenta como elemento de énfasis narrativo, Alfredson se muestra como un magistral y consecuente constructor de imágenes. Sólo esperen a ver al chico chapotear alegremente en una piscina; a partir de ahí...
Saludos nocturnos.

4 comentarios:

atikus dijo...

Una peli fría ;)...me encanto,

como para fiarse de los niños!

saludos

marguis dijo...

Una delicia.
¿quién podría pensar que una película con sangre y vampiros tendría tanta poesía dentro?

Dr. Quatermass dijo...

Pues totalmente de acuerdo con tu reseña. De lo que puntualizas, resaltaría una cosa para mi clave en la atmósfera de la cinta, no hay "sustos", algo de lo que sufre mucho del cine de terror que los prefiere al hecho de crear atmósferas, allá ellos.

Bye.

troyana dijo...

La ví hoy y desde luego es innovadora.Lo mejor para mí es la relación entre los niños,por encima de los prejuicios y las viejas supersticiones,mucho más allá de las valoraciones de los adultos(tal cual en Camino),esa unión que nace del mutuo rechazo social,de la mutua inadaptación.
Por otro lado,ya que mencionas a Reservoir Dogs,a mí la escena de la piscina,me ha recordado a Tarantino.

Saludos!

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!