viernes, 9 de enero de 2009

Blue velvet

Es la primera vez (y probablemente la única) que encabezo una reseña con el título original de la cinta a comentar ¿el motivo?, he aquí, señoras y señores, mi película favorita, la única que puedo ver continuamente sin cansarme, la culpable de que el cine sea una pasión y no un divertimento... He aquí una de las mejores películas de la historia; explicarlo no va a ser fácil porque necesitaría un blog dedicado exclusivamente a ella.
A ver, voy a suponer que, a estas alturas, casi todo el mundo ha visto este descenso a los infiernos, así que no voy a contar la película, voy a meterme de lleno en su surreal y fascinante horror.
Creo que la obsesión de Lynch es la imposibilidad de estar en todas partes al mismo tiempo; ser director de cine le acorta sensiblemente el camino. El comienzo de BLUE VELVET lo pone de manifiesto mejor que ninguna otra película; se está en la placidez de la vecindad y en el horror, la arcada de los insectos devorándose sobre el césped donde un hombre ha sufrido un ataque al corazón mientras regaba. Idilio y pesadilla, pero conjuntamente; Lynch no busca respuestas, sabe que todo está ahí y que nadie se atreve realmente a plasmarlo en imágenes. La oreja encontrada en el bosque es un elemento tan sencillo como perturbador; no es sólo el impacto de ver la oreja... es lo que desata en el espectador, que se ve obligado a reconstruir por sí mismo una historia que aún no le han contado. Frank Booth y su micromundo. Booth es dios, representa la encarnación del dolor como respuesta a la incapacidad de ser feliz; retiene a Dorothy en su apartamento porque retiene a su hijo y su marido, así que Booth no puede detenerse, tiene que llegar hasta el final. Dorothy es un personaje inabordable, no piensa, no siente, su abnegado masoquismo la convierte en un mártir; da igual que no exista, Dorothy es, por ejemplo, el reverso tenebroso y desmoralizador de Gilda; y creo que me he topado en mi vida con más de las primeras que de las segundas. Es clave también demostrar que no hay sitio para el héroe. Jeffrey es vapuleado, vejado, despojado de su integridad; pero no sólo por Frank Booth, también por Dorothy. En el cine clásico, la chica le pide al héroe "bésame"; aquí no, sólo se oye un seco y cortante (pero también excitante, no lo olvidemos) "pégame", que sella una imagen deudora de Caravaggio, donde la virgen es Jeffrey y Jesús es Dorothy, víctima del éxtasis del dolor, ahogada en una extraña mueca que no podríamos definir como sonrisa, acaba de pegarle.
Cada vez más abajo, el tono de la película es demoníaco; Booth encuentra a Jeffrey en el apartamento de Dorothy y le dice simplemente "vamos a dar un paseíto"..., es la frase de cine que más me ha estremecido, no me gustaría estar en el pellejo de Jeffrey, de nuevo la sumisión y la obediencia por la fuerza. Lo que sigue casi no puede describirse. Frank lleva a Jeffrey al local de Ben, un demonio; no hay diversión, los cuerpos y las actitudes son lánguidos, las putas son deformes y salidas de los recortes de Archie. "Soy Paul". Una palmada por sorpresa recuerda a Jeffrey que no está soñando, lo peor está por llegar. Frank lo lleva a un sitio apartado y le da un discurso inolvidable, entonces lo veo claro, es una clase magistral de psicología antes de partirle la cara. Frank habla mientras suena In Dreams, de Roy Orbison, pero sigue sin ser un sueño; Jeffrey aprende que el sueño americano es una estafa, que sólo la extorsión, la violencia y la alteración, consiguen que alguien satisfaga sus deseos, sólo que Frank Booth nunca descansará, porque no va a estar jamás satisfecho. Por eso inhala oxígeno (¿realmente es oxígeno?) antes de violar a Dorothy.
Al final, cuando la pesadilla acaba, no volvemos a ser los mismos, nunca más. BLUE VELVET supone una experiencia sensorial difícil de pasar por alto; su discurso es autónomo, podemos ver las referencias, pero Lynch tiene que dar diez vueltas para decir lo que para otros es obvio. Lynch no obvia nada, todo le parece fascinante, incluso un coche de bomberos a cámara lenta al principio, incluso un inocente pajarito comiéndose un insecto al final. Lynch alcanzó su cima aquí y además dejó una sensación que luego se ha tornado cierta: sabe lo que quiere contar porque está dentro de él, su gran problema es encontrar el estado de gracia como el que le permitió rodar esta obra maestra.
Saludos.

6 comentarios:

anareis dijo...

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Groupiedej dijo...

Es maravillosa. Yo ya hablé de ella hace tiempo, pero después de leerte, me niego a poner el enlace porque vergüenza me da.

ethan dijo...

Excelente post. Nada más que añadir, sólo decir que se nota tu fascinción por Terciopelo Azul. ¿Y a quién no le fascina esa película?
Saludos!

dvd dijo...

A RFP: deja ya las drogas y ponte a escribir... ya tardas. Y quiero ver esa reseña tuya... bueno, ya la busco yo, tengo toda la noche... Jeje...
Me tiene escamado el primer comentario, no pega mucho con el imaginario Lynchiano ¿verdad?

Peggy dijo...

Coincido contigo para mi es un mito ....:) she was blue ....

Anónimo dijo...

Soy Paul. Soy el fumigador. Fumigado.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!