jueves, 15 de enero de 2009

El tiovivo del amor

¿Cine clásico como modelo que desprecia la exploración de nuevas formas narrativas? Nunca, jamás, nada más absurdo ni deformativo ¿Cuántos incansables cinéfilos se han visto coartados por esta leyenda urbana?
He visto la vanguardia no sólo adelantada a su tiempo, sino vigorosa muchos años después en la magia del montaje de Eisenstein, la precisión poética de Murnau, la destreza esquiva de Wyler o la fisicidad indomable de Huston. Todos embarcados en lo que LUEGO se ha llamado cine clásico; todos colocando su ladrillo para construir el cine del futuro. Señores, la vanguardia, la experimentación, son inseparables del modelo clásico por cuanto ambas propuestas se complementan y mejoran las mutuas carencias, que siempre las hay. Otra cosa sería hablar de la escuela norteamericana, la europea, la japonesa... estamos de acuerdo en las diferencias existentes entre las distintas filmografías, ya que en ellas se encuentran ubicadas las inquietudes de cada cultura.
Un cineasta que nunca abandonó el relato clásico, al mismo tiempo que reinventaba en cada trabajo la ortodoxia narrativa, fue Max Ophüls. Estaríamos toda la vida alabando su visión de fondo, impactante y sorprendente, distinto en cada película. Hoy nos quedamos con esa extraña delicia que es LA RONDE, precursora de tantos filmes posteriores separados por episodios. Esto casi no ocurre gracias al derroche de inteligencia de Ophüls, que hila las distintas historias, situaciones y hasta personajes de forma que realmente estamos atrapados en un tiovivo de sensaciones, tal y como describe el guía-narrador Walbrook. El amor, el amor como permanente y universal nexo entre los seres humanos... igual que el odio, claro que sí, pero Ophüls habla sobre el amor, sus caprichos y las vueltas que nos hace dar. Los hombres pierden la cabeza por las mujeres, éstas se debaten entre atender a sus sentimientos o a sus necesidades... El relato clásico de Schnitzler jugando con el tejido coral que sería señal inequívoca de modernidad años más tarde.
No puedo negar que la experimentación es mucho más patente en otras obras de Ophüls que están en la mente de cualquier cinéfilo, pero no está de más indagar en LA RONDE sobre los rastros de esas otras.
Saludos que giran y giran...

3 comentarios:

Groupiedej dijo...

He visto poco del cine de Ophuls, y hace demasiados años que vi La ronda, pero si recuerdo que me fascinaron en su momento las planificaciones, igual que me pasó en Ciudadano Kane (y contesto al quiz, a sabiendas de resultar típico) mucho más estéticas, elegantes, rítmicas y dinámicas que todo el cine que se realiza actualmente. Del discurso ya te digo que tendría que volver a verla.

ethan dijo...

Ophüls es mi debilidad.
Me lo paso como un enano con sus planos secuencias escondiendo la cámara detrás de plantas, barandillas de escaleras, ventanas y todo tipo de objetos. Sus bailes son un ejemplo de planificación (sólo igualados por Welles en "El Cuarto Mandamiento" y pocos más).
"La Ronda" es una película cuyo contenido es (a ver si me explico) formalista: Òphüls lo consigue (com bien dices, era un innovador), une fondo y forma en un todo. La vida gira y gira y no para de dar vueltas; como su propia cámara.

Saludos de un admirador, e incansable espectador, de las películas de Max Ophüls. Uno de los más grandes directores de cine de la Historia.

dvd dijo...

Pues me estoy preparando exhaustivamente para hacer llegar mis íntimas impresiones acerca de LOLA MONTES, una de las películas más controvertidas de la historia del cine. Complicado lo veo...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!