lunes, 19 de enero de 2009

Genio creador

A ver... ¿Cómo se puede hacer una película de cuatro horas, no contar prácticamente nada y no desear uno que acabe nunca? Difícil, difícil...
¿Se puede mostrar el acto mismo de la creación artística? ¿Es arte el artista en su esbozo de la obra? No la obra, sino el artista creando dicha obra. Si hay un film marcadamente pornográfico, éste es LA BELLE NOISEUSE; y no me refiero a las tres horas que pasa completamente desnuda la espléndida Emmanuelle Béart, sino a la oportunidad única que Jacques Rivette brinda al espectador de penetrar absolutamente en ese momento mágico, extático y celosamente íntimo en el que sólo existen el artista y el lienzo.
Lo demás es sólo un pretexto, aunque los actores estén francamente bien acoplados y el ritmo, aunque lento, siempre mantenga el interés; por mí como si Rivette hubiese decidido prescindir de todo argumento ficcional y sólo mostrase a Béart y su sufrimiento frente a un Piccoli desencadenado por la furia creadora. Por ello es bastante recomendable hacerse con la copia de dos horas, en vez de la de cuatro, que tiene momentos prescindibles.
Al contrario que Erice en EL SOL DEL MEMBRILLO, Rivette es capaz (conscientemente) de dramatizar hasta el carbón en suspenso antes de rascar el pergamino, la mirada ávida de Piccoli buscando el instante, el primitivo boceto previo en tinta que permita atrapar la esencia de lo que se quiere pintar. Allí donde Antonio López matematiza febrilmente la inaprensibilidad de la naturaleza, Frenhofer lo transmuta en un arte en sí mismo. Luego, sí, está esa supuesta historia de celos, abandonos, entregas, correspondencias y nostalgias, pero es lo de menos, ya digo; al menos hasta el sorprendente final, donde el artista (nos) oculta la obra terminada y la sustituye por otra, con el consiguiente efecto misterioso que continúa aun con la película terminada. Rivette sigue haciendo películas al margen de la industria, las modas y los avances técnicos, alguien debería empezar a introducir esto en las escuelas y dejarse de tanta monserga sobre programas educativos y demás pamplinas.
Saludos al óleo.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!