sábado, 10 de enero de 2009

¿Qué pasa, monada?

En 1968, la carrera espacial constituía toda una fiebre mundial; entonces era obvio que cualquier cosa colaba con tal de que tuviera el envoltorio adecuado. Eran tiempos (yo no los viví, pero ahí están) de convulsa felicidad, donde iban a aclararse muchas incógnitas acerca del dominio mundial en los próximos... ¿hay apuestas?
Ahora tiramos más por el rollo apocalíptico, mientras que hace cuarenta años el sci-fi dejó algunas obras absolutamente imperecederas que dejaban en solfa, de forma absolutamente visionaria, la cara más deleznable de unos gobiernos cada vez más obsesionados con el poder y la tecnología como medio para llegar al mismo.
Nadie habría apostado entonces por una situación tan curiosa como la siguiente: en 1968 se realizaron dos películas totalmente contrapuestas tanto en fondo como en forma; se trata de 2001, de Kubrick y THE PLANET OF THE APES, de Franklin J. Schaffner. Mientras la primera era elevada a los altares de la intelectualidad, la segunda no pasaba de ser un entretenimiento con asombrosos efectos de maquillaje; claro que en la primera también había monos...
He visto unas cuantas veces ambas películas y mi visión ha ido cambiando sensiblemente tras la primera impresión, que a veces no es la que queda. Mientras 2001 cada vez me gusta menos por su artificiosa pretenciosidad y su discurso efectista, incapaz de dar respuestas concretas a preguntas grandilocuentes, THE PLANET OF THE APES se revela como una vigorosa cinta que habla bien clarito acerca del sometimiento de las clases inferiores, sólo que aquí se da la vuelta a la situación y es el ser humano el animal, mientras que los simios detentan el poder, la inteligencia... esas cosas que nos han ido tan bien a lo largo de la historia...
Y lo mejor, en estos casos, es que Schaffner, gran artesano, no cesa hasta dar una conclusión digna, nada complaciente, a un film que te mantiene pegado a la butaca (o el sofá, claro) hasta ese final que es uno de los mejores de la historia; y no voy a reproducir aquí la desgarradora frase pronunciada por Charlton Heston porque me lo cargaría todo de un plumazo. Sólo véanla y comprenderán por qué, años más tarde, fue el gran fracaso de Tim Burton.
Saludos engorilados.

6 comentarios:

Groupiedej dijo...

Siempre fue una película mucho más profunda de lo que todos quisieron ver, quizá precisamente para no reconocer de lo que iba. Y el final es espeluznante.
El enlace para el post de Terciopelo azul, por cierto: http://pasionesyotrosdesmanes.blogspot.com/2008/05/terciopelo-azul.html

dvd dijo...

Acerca de BLUE VELVET, lo único que debo reprocharte es que es del 86, no del 84, cuando hizo DUNE. Pero minucias aparte, ¿cómo diría?... me gusta que te guste.
Y, sí, me cabrea sobremanera el rollo intelectualoide de 2001, la cuál cada vez soporto menos, mientras que ésta me entretiene mucho y hasta me creo sus escarceos filosóficos sobre la evolución y todo eso... Ya ves tú qué cosa...

atikus dijo...

No me disgustan los efectos especiales, ni las pelis de Tim Burton, pero sin duda su versión no me resulto entretenida y es que la primera cinta es tremendamente buena e impactante, de hecho la saga posterior es graciosa, aunque sóo me quedaría con la segunda peli, pero hay seguidores que se tragan todas las cintas una y otra vez jeje!!

Me quedo con esas escenas fantásticas de la primera cinta, ese beso de Hestón a la médica...ah! que maravilla!
me encanta el título, jaja!!

abrazos

dvd dijo...

¿Y a que da cosica? Con lo puritano y remilgado que ha sido Mr. Rifle siempre... ¿en qué estaría pensando?

Groupiedej dijo...

Me equivocaría, perdón.

David Cotos dijo...

Concuerdo totalmente contigo.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!