MOTORPSYCHO, de 1965, es la película que inicia el período mítico de Russ Meyer, abducido entre las pechugas de señoritas que van por el campo y/o desierto con un traje de noche escotado y tacones de aguja, por lo que sea. El quilombo se inicia con tres tipos muy macarras que se encaminan a Las Vegas en sendos scooters, porque se ve que Meyer también economizó en los transportes. En su fetichista fijación por los desequilibrios conyugales, la pandilla, compuesta por un tronado del Vietnam, un bailongo con chupa de cuero y un autista que escucha constantemente un transistor, se topa con una explosiva joven en bikini y su marido, un pescador cincuentón al que dejan fuera de combate para beneficiarse a la muchacha. Seguidamente (esto no llega a los 75 minutos), se encuentran con el veterinario local, que mientras se morrea con una clienta en mono integral, aprovechan para vejar sin medias tintas en su propio domicilio, y hasta poner una conferencia a New Jersey. Luego entra en acción nada menos que Haji, la gran diosa de la serie Z, que ya lo rompe al viajar con un señor que podría ser su abuelo, y que tampoco se libra del asalto correspondiente. Dada por muerta, es rescatada por el veterinario vengativo, conformando una alianza para derrocar a los temerarios punks. La película es lo más decente que se puede hacer con un presupuesto indecentemente irrisorio, pero por aquí amamos los "por la puta cara" de Meyer, que jamás dejaba pasar la oportunidad de llevar el escote hasta la misma linde del pezón. La escena mítica es aquélla en la que el veterinario es mordido por una serpiente, y para no morirse inútilmente le pide a Haji que muerda la pierna y chupe el veneno antes de que sea demasiado tarde. Sí, el diálogo es ¡Chupa más fuerte!... hasta que ella ha de escupirlo, claro...
No sé qué haríamos sin estas películas.
Saludos.
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