lunes, 14 de marzo de 2016

D. W.: El padre del cine #54



... Y en 1930. Griffith rodó con sonido...
Sí, y fue nada menos que para abordar una de las mayores personalidades de la Historia de los Estados Unidos, y uno de los que más admiró el cineasta de Kentucky a lo largo de toda su vida. ABRAHAM LINCOLN fue una pequeña revolución, y no sólo para un director que se intuía ya agotado y con todo dicho. No era así, y este es un film que merece ser reivindicado por diversos motivos, como por ejemplo que Griffith parecía estar rodando en sonoro desde siempre (comparen el uso de la banda sonora con el de cualquier western de ese año); los travellings, desbocados, abarcando incluso planos generales, algo tuvieron que enseñarle a un John Ford que uno ve reflejado en esos ágiles diálogos, encabezados por un inmenso Walter Huston que da una lección de versatilidad. Su "Lincoln" empieza como un joven soñador que pierde a su prometida y que luego contrae matrimonio justo antes de postularse a la presidencia; Griffith no pierde oportunidad de recrear la Guerra de Secesión con sus maravillosos planos abiertos, tanto como de filmar unos esplándidos diálogos entre Lincoln y Grant, la rendición de Lee o la impresionante introducción de Wilkes Booth, además de una increíble escenografía del magnicidio a cargo del ya habitual William Cameron Menzies. Y todo en apenas 90 minutos, tiempo suficiente para el que fue, eso sí, último gran golpe de genio de uno de los primeros genios del séptimo arte.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!