jueves, 22 de mayo de 2025

Pericia instrumental


 

MICKEY 17 sufre el mal de muchas de las producciones actuales, porque es innecesariamente desmesurada, y por tanto irregular, con un horror vacui que se hace patente en su directamente prescindible parte final, que, no se equivoquen, yo taso en al menos 50 minutos. Todo lo que viene antes es magnífico, con un grandioso Robert Pattinson en un despliegue de facultades que debería haber trascendido más de lo que lo ha hecho. Su personaje es una especie de Woody Allen futurista, incapaz de dar una a derechas, que acepta convertirse en un estrafalario Sísifo, un "prescindible" usado en multitud de pruebas, cuyo cuerpo es literalmente resucitado y vuelto a utilizar. El problema sobreviene cuando Mickey, en su decimoséptima reencarnación, es dado por muerto en una misión, y al regresar se encuentra con "18", es decir su siguiente réplica. Hasta ahí, Bong Joon-ho invoca nada menos que a Lubitsch y sus implacables juegos de apariencias, facturando una comedia negrísima con una insólita (para estos tiempos que corren) incorrección política. Personajes complejos para una trama sencilla, pero que dan paso a un insufrible panfleto supuestamente ecologista, que deja al descubierto lo que debería haber sido: un entretenimiento muy bien dirigido. El cineasta coreano, en mi opinión, siempre cree tener la obligación de dar la penúltima pirueta, y en esta ocasión peca de sobresaturación, sobreexplicación y un último golpe dramático que no conecta con el circo de sombras chinescas con el que se abre. 
Buena película, pero no tenía por qué ser tan larga.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!