sábado, 17 de mayo de 2025

Cazador y presa


 

Uno de los gestos más recordados de la versión de Scorsese de CAPE FEAR fue, sin duda, el cameo de los dos protagonistas de la original, en dos roles contrapuestos a los de treinta años antes. El poderío de Robert Mitchum se despliega aquí implacable, amenazante ante un Gregory Peck que intenta mantener la compostura en todo momento, no como aquel sobrepasado Nick Nolte. Una película que se saltaba las limitaciones de la serie B, para distorsionar el thriller canónico y convertirlo en terror primario, con mayor atención a la creciente atmósfera de amenaza e impunidad, que emana el exconvicto dispuesto a vengarse del abogado que no le libró de estar varios años en la cárcel. Ya desde el arranque, imágenes cotidianas e inofensivas de una ciudad en movimiento, pero que nos coloca con una extraña desazón cuando la poderosa partitura de Bernard Herrmann empieza a sonar. No me extraña que Scorsese estuviese obsesionado con hacer el remake de este film incómodo, grasiento, que huele a miseria moral cuando entra en pantalla Mitchum, que dejó para la historia a esa encarnación pura del mal que es Max Cady.
Saludos.

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