En 1998, Ian McKellen protagonizaba en DIOSES Y MONSTRUOS algo más que el magnífico y descarnado retrato del episodio más oscuro (y quizás gozoso) del cineasta James Whale. Inesperadamente y con casi sesenta años, McKellen, ya con una extensa carrera, se convertía en un habitual del cine comercial, protagonizando algunos de los títulos imprescindibles de los últimos veinticinco años. Inasequible al desaliento, el actor británico ha estrenado recientemente THE CRITIC, que podría considerarse una especie de perverso cierre del círculo abierto en el film de Bill Condon. Lamentablemente, no hay rastro aquí de la decadente ambigüedad desplegada en aquélla, y lo que pretende ser el refinado cartograma de un despiadado crítico teatral, se dispersa entre su innecesariamente amplio elenco y una historia que maneja varios tonos, sin decidirse por ninguno que le valga adecuadamente. Sólo y nada más que McKellen (al que se le notan, cómo no, sus 86 años) para soportar este dubitativo drama de inicios del pasado siglo, al que le falta algo más de misterio y ensoñación, y le sobra, además de media hora (y no es larga), la pulcra diagnosis unos tiempos convulsos, con urgencia de subrayar el auge del fascismo en aquella Inglaterra que podía odiar más a un crítico por ser homosexual que por sus desollamientos semanales, eso sí, siempre en aras de la emputecida libertad de expresión.
No merece la pena.
Saludos.