martes, 29 de marzo de 2016

Chantal Akerman, enemiga íntima #12



Son días complicados en Bélgica, en los que la gente se debate entre la derrota emocional, el odio visceral o la incomprensión esteril de unos acontecimientos que no le dan la razón a nadie. Nadie queda exento de responsabilidad. Los asesinos, por supuesto, pero tampoco los que, adocenados en su ilusorio confort (que por cierto, cada vez es menor) miraron a otro lado en vez de intentar entender al "otro" y no seguir con la puta limosna de siempre. Las cosas pasan en presente, pero se definen por el pasado y se proyectan, desgraciadamente, hacia quién sabe qué próximo horror; a los que miramos para otro lado, nos queda la posibilidad de que no nos toque, aunque ya nos haya tocado, y muy de cerca.
Chantal Akerman habría hecho un documental brutal de todo esto, pero sin bombas, sin sangre, intentando poner en imágenes el dolor y la angustia del sufrimiento humano, inútil y aterradoramente homogeneizado por las imágenes de televisión, que muestran pero no revelan. Lo hizo en la frontera palestina, y lo hizo a base de magistrales elipsis. Pero como aún no nos toca, lamentémonos por la Bélgica de Akerman y recordemos otro impresionante documental, D'EST, de 1993, que en clave de film mudo hacía un barrido por la Rusia post-perestroika y aquel país oculto que siempre fue la D.D.R. poco después de la caída del Muro. No se puede decir más con menos palabras, la directora plasma con exactitud la languidez y escepticismo de unas sociedades que comenzaban a caminar como bebés gigantescos, sin saber muy bien qué papel les tocaba en el mundo. Hoy parece un poco más claro, pero la apertura del Telón de Acero humanizó a quienes parecían deshumanizados, esas figuras serias, abigarradas, tan dadas al laconismo expresivo, eran la antesala de la derrota de sus antiguos ideales. Akerman filma a los borrachos, los mendigos, las espectrales salas de baile y sobre todo las calles, nevadas, fantasmales, cruzadas de una luz azul que aplasta a los transeúntes, que más bien parecen náufragos asidos a cualquier cosa, una farola, un bar, una parada de autobús...
Y así quedó "el Este"...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!