viernes, 29 de octubre de 2010
Mi novia es una puta (and i like it!)
Si hay un director actual (de los que están en boca de cualquiera, me refiero) que no me emociona lo más mínimo y, lo que es peor, que sé que es incapaz de emocionarme, ese es Steven Soderbergh. Quizá por eso he tardado tanto en traerlo al blog, no lo sé; lo que sí sé es que, ya con unos cuantos años de perspectiva, la filmografía del director de Georgia es un paquete tan abultado como liviano, tan pretencioso como fácil de olvidar. Y la película-culmen de esta terrible certeza podría ser THE GIRLFRIEND EXPERIENCE, una de esas rarezas "de cámara" que sólo un director consagrado y poseedor de esa relativa libertad de movimientos, que empieza por su autoafirmación y termina por negar cualquier evidencia, podría llevar a cabo en estos tiempos tan malos para la lírica. TGE tiene como protagonista a Sasha Grey, una pornostar (me niego a llamarla actriz, como a Juliette Binoche, Julianne Moore o Meryl Streep) actual que simplemente está ahí, lo que viene a dar cuenta de lo sencillo que le resulta a ciertas personas ganar dinero sin gran esfuerzo; si quedarte inexpresivo delante de la cámara es difícil, vale, pero luego no te pueden hacer la putada de que tengas que llorar y eso sólo provoque risa por lo forzado. En fin. La cosa es que la chavala es una puta de lujo, de las que cobran un montón aunque el final del asunto siempre sea el mismo; y los eternos 75 minutos de TGE transitan entre restaurantes de lo más chic, donde Chelsea (así se llama ella) conversa (o más bien escucha con cara de frigurón [el polo de Frigo, sí]) con gente que jamás llegamos a conocer sobre diversos y apasionantes temas como el último vestido que se han comprado, para acto seguido puntear acerca de la crisis económica, exactamente lo mismo que hacen ahora en la tele: concienciar desde el lujo... Luego está el novio de la puta (perdón por el lenguaje, pero se supone que a SS no ha de importarle), que es un tipo cachas que trabaja en un gimnasio y cuya frase más emblemática es "Lo siento, tengo que cambiar de trabajo". Los dos viven en un apartamento de lujo en una zona exclusiva, cenan comida china y toman vino en copas de balón; no hay un solo plano donde vean la tele o hagan algo medianamente normal, excepto hablar de chorradas con cara de estreñidos. En un momento dado deciden cortar la relación, qué pena; luego ella va a un almacén y lo pasa mal, pero tampoco sabríamos discernir por qué. Para rematar el autismo de todo esto, Soderbergh implanta de vez en cuando unas imágenes rodadas cámara en mano de un grupo de jóvenes brokers que van en un avión hacia Las Vegas, pero no sabemos si terminará en resacón o no; me niego a reproducir aquí algunas de las lindezas que salen de boca de estos "filósofos de nuevo cuño". Total, que la cosa termina y no te has enterado de nada, ni de la acción (caso de que la hubiese habido) ni de la intención, que en mi caso fue un bostezo tras otro. Francamente, no sé si es perentorio hablar aquí de experimentación, sobre todo cuando Soderbergh es incapaz de ocultar los agents provocateurs que sustentan, sin demasiada firmeza, esta anomalía de un mainstream que suspira por la piedra filosofal del cine de autor, un secreto que a este señor se le sigue resistiendo.
Saludos con experiencia y sin novia.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
3 comentarios:
Ya se intuye con la reseña que la peli no le ha gustado en absoluto. De Steven Soderbergh sólo he visto su ópera prima: Sexo, mentiras y cintas de vídeo (1989), y me gustó bastante.
Un saludo!
A mi me dejó bastante frío porque no sabes que te quieren explicar, pero me gustó conocer ese mundillo, con lo cual algo bueno tendrá porque yo tampoco me aburrí tanto...
Aquella ópera prima, de la que nadie se acuerda ya, era muy interesante y muy fresca; yo el problema que le veo a este hombre es que mantiene un empeño inútil, que es demostrar que alguien es capaz de hacer cine convencional y experimental y además que la gente lo vea y hasta le guste. Y eso es complicado...
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