
Voy a hablar de la mejor película española del año.
Txakurra es la única palabra dentro de contexto que se escucha, y ya muy al final, en este preciso y escalofriante retrato de un terrorista.
A TIRO EN LA CABEZA la han masacrado, antes, a Jaime Rosales le dieron el Goya por LA SOLEDAD. Da igual, este país es así.
¿Que usted se aburre viendo una hora y pico filmada con teleobjetivo y sin diálogos audibles?... Pero es que la cuestión, la cuestión del cine, no puede reducirse a "divertido" y "aburrido"; la cuestión es: ¿Qué tiene usted ahí arriba? ¿Palomitas?
Durante mucho tiempo, muchos cineastas han coqueteado con lo que Jean Rouch diferenció del documento filmado, el cinéma vérité o los incólumes mandamientos de Dziga Vertov a principios de siglo. Se puede hacer, se hace, pero no se entiende; el público sigue con su "idea" del cine-espectáculo como un mantra en una mente hipnotizada. Esto me irrita muchísimo, así que dejémoslo estar. Rosales no sólo realiza un film único, una isla, sino que lo dota de un claro mensaje, un mensaje que no debe silenciarse y que hace, por ejemplo, que sea necesario saber qué va a ocurrir; no existe aquí (ni debe existir) el elemento sorpresa, sólo el monótono pasar de los días en la vida de un tipo que, llegado el momento, no duda en volarle la cabeza a dos hombres. Esto es así, no hay más; se puede adornar (DÍAS CONTADOS), politizar (TODOS ESTAMOS INVITADOS), maquillar (LA MUERTE DE MIKEL) o hasta desviar hacia el melodrama (LA VOZ DE SU AMO), pero me parece más difícil, más loable, más valiente, esta visión radicalísima que no elude, sin embargo, un momento de tensión ya en sus últimos y terribles minutos. Un momento filmado que lo dice todo sin usar una sola palabra, una composición de miradas cruzadas que transforma en un segundo toda la banalidad anterior en un terror visceral.
Ya me he referido varias veces desde aquí a una interesante "generación" de autores-directores de corte quijotesco (no puede ser de otra manera) en este país, que vienen dando pequeños toques de aviso. Debo decirlo una vez más: si se siguen obviando estas propuestas, enterraremos a una forma de entender el cine, y no podemos estar esperando toda la vida a un Buñuel o un Berlanga, no se puede ser tan necio. Usted, mientras tanto, siga yendo al cine para "entretenerse".
Saludos telesubjetivos.