miércoles, 25 de septiembre de 2019

Los mismos que caerán



La única forma que se me ocurre en que Claude Chabrol podría acercarse a Shakespeare es subvirtiéndolo, o transformándolo en aliado formal a través de las vías que puedan concernir al establecimiento del (reconocible) léxico del director. Chabrol hace enteramente suyo el "Hamlet" apoyado en un duro guion de Paul Gégauff, su guionista habitual, y Martial Matthieu, para facturar una obra poco conocida y aún menos valorada. OPHÉLIA, de 1963, es aparentemente un Shakespeare traído a la fuerza al presente, para resultar finalmente un certero compendio de las obsesiones del director galo. Un áspero retrato de familia, la del joven Yvan, único acusador del extraño enlace entre su madre y el hermano de su padre, fallecido repentinamente, y que él no duda en señalar como un asesinato premeditado, aunque su excéntrico comportamiento lo haga pasar como un loco de disparatadas ideas. Chabrol destapa su querencia por los paisajes de provincias, matizando el tétrico secarral de la finca familiar como espacio vigilante y observador, tanto del imaginativo y errático Yvan, como del oscurantismo implantado por el nuevo núcleo familiar. Así, como en el texto original, el joven desafía toda convención al filmar una pieza de cine mudo que muestra impúdicamente la posibilidad del crimen a modo de chanza desesperada. Ofelia, en este caso, apenas tiene peso en el film, y queda en los tristes ojos de una Alida Valli a la que no le llega el papel.
Iniciática.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!