viernes, 13 de septiembre de 2019

Los destructores del país



Están ahí, siempre lo han estado, donde no puedes verlos, intocables, invisibles, orgullosos y con la vanidad pugnando con la soberbia. Les llaman constructores, pero son destructores. Hace algunos años representaron el paradigma del éxito y la prosperidad. Unos años después, todos están investigados, procesados, encarcelados, muertos. El capitalismo es lo que tiene, te permite celebrar la vida con champán a bordo de un yate, pero no pone flotadores cuando el barco se hunde. Y todo esto está perfectamente descrito en CREMATORIO, antes que nada una excepcional novela del excepcional escritor valenciano Rafael Chirbes, pero también una estupenda, casi inaudita adaptación que Jorge Sánchez-Cabezudo realizó allá por 2011 para aquella intentona de iniciar un granero de televisión de calidad desde un Canal+, que no sobrevivió mucho más allá. Porque CREMATORIO es un trabajo muy profesional, con algunas interpretaciones de gran altura (Pepe Sancho está inmenso) y un montaje que mantiene su credibilidad intacta; cine hecho para televisión, de una forma que aquí no se suele ver, y que a duras penas realiza intentonas de vez en cuando, pero sin mucha continuidad. Pero, sobre todo, CREMATORIO es un ajuste de cuentas, una puesta al día con los buitres que han despedazado un país en nombre de ese mismo país. Un tenebroso paseo por una tierra idílica (la imaginaria Misent) y la circunstancia del hombre que logró controlarlo todo sin aparecer en ningún sitio. Es la crónica del triunfo, auge y caída de los desvergonzados, los vendidos, los miserables con traje de sastre, y también es un extenso e intrincado mapa por el que movernos sin ser detectados nosotros tampoco. Es este país embotellado, desnaturalizado, sin artificios, con el hueso pelao y las nalgas caídas. Lo que votan los que nunca verán esta impresionante serie, que es española y además sólo necesita ocho capítulos para todo ello...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!