miércoles, 25 de agosto de 2010

La inquebrantable belleza de la sencillez



KHANE-YE DOUST KODJAST (¿Dónde está la casa de mi amigo?) fue, tras catorce años de trayectoria, el tercer film de ficción (y en este caso las barreras son más difusas que nunca) del iraní Abbas Kiarostami, que pasa por ser (es mi opinión personal) el más interesante de los directores surgidos en el país asiático. Poseedor de una mirada limpia al tiempo que mordaz, y con un discurso sutil y firme, que obliga al espectador a no perder detalle de sus elaboradas escenas, Kiarostami usa el día a día con naturalidad, como si la cámara vagara desganadamente y sin interferir en "lo que ocurre"; pero lo que ocurre tiene esa pátina de realidad precisamente por el cálculo milimétrico que el iraní imprime a cada fotograma, sin que falte, pero sobre todo sin que sobre nada.
DÓNDE ESTÄ LA CASA DE MI AMIGO es una bella y emotiva película que habla de algo aparentemente banal y termina por denunciar crudamente la situación de Irán de forma mucho más certera que algunos títulos más "obvios". Ahmed es un niño que vive en un entorno rural y que debe hacer vaios kilómetros para asistir a las clases; por equivocación, cogerá el cuaderno de su compañero Mohamed, que vive asimismo a varios kilómetros de Ahmed. Este hecho, que nos parece sin importancia aparente en nuestro industrializado mundo de supercomunicaciones, donde hasta un mocoso dispone de su propio teléfono móvil, desencadenará una circulación de eventos donde caben un millón de circunstancias y emociones. Desde la incomprensión del maestro, que amenaza con expulsar a Mohamed, hasta la conmovedora solidaridad de Ahmed, que será capaz de emprender un largo camino en solitario para devolverle el cuaderno a su amigo. Mientras tanto, somos testigos de un sinfín de situaciones costumbristas, del deprimido entorno rural, donde el estudio es bien reverenciado bien vituperado, o de acciones aparentemente sin importancia (los hombres discutiendo por nimiedades; las mujeres en las inacabables tareas domésticas) que son observadas por la limpia mirada del niño en su propio descubrimiento vital. Todo ello conforma uno de esos títulos que quedan indelebles en la memoria una vez visto y que da cuenta de la categoría de un cineasta imprescindible a lo largo de los últimos treinta años.
Saludos encuadernados.

1 comentario:

A. dijo...

Me ha recordado mucho la sencillez de la que hablas del filme a Tulpan, una película del director kazajo Sergei Dvortsevoy, donde la estepa de su país es un protagonista más.

Te la recomiendo. Supongo que cuando damos con mundos tan distintos al nuestro nos llama la atención que vivan de esa forma, sea la que sea, pero que suele mostrarnos sacrificios muy duros cada día donde emigrar siempre podría parecer una opción. Pero, ¿y si esto nos gusta?

Mira que curiosidad he encontrado: http://www.cinereligioso.es/blog/?tag=tulpan Puede que me ayude en una futura entrada en mi blog Música de cine

un saludo!

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!