sábado, 21 de agosto de 2010
El hombre alto, las bolas voladoras y Chiquito heladero...
Todos tenemos en nuestro enfermo imaginario (y no cito a Molière) algún título de esos que nos impactaron profundamente en su tiempo y que luego, en un comprensible arranque freak, hemos intentado recuperar a toda costa, aun corriendo el típico riesgo de que el mito se nos vaya al garete y nos acerquemos un poco más a la indeseada madurez. Yo, que afortunadamente nunca he sido mitómano, sí que conservo algunas de esas reliquias saludablemente encarceladas en el magín; unas hansoportado el paso del tiempo, otras han aparecido en toda su ridiculez. Y de las que mejor sabor de boca me han dejado, PHANTASM es una de las irreductibles. Y es que la caótica, apoteósica, surrealista y, por encima de todo, libertaria cinta que ese gran infravalorado que se llama Don Coscarelli filmó con sólo 25 años y 300.000$ de presupuesto, es un referente del cine de terror más inclasificable y desprejuiciado; lo que ya casi no se hace a estas alturas, vamos.
Lo mío fue curioso, porque cuando se estrenó yo tenía apenas seis años y no fue hasta siete u ocho después que la logré rescatar al fin de un videoclub de entonces, confirmando lo que extrañamente, como sólo pueden hacer los niños, mi mente había urdido a partir del cartel promocional. PHANTASM habla del Hombre Alto, que recluta almas desde otra dimensión, haciéndose pasar por enterrador, y taladra cerebros con unas bolas voladoras que persiguen a los incautos que se acercan al inquietante mausoleo donde habita. Aparentemente, lo que se nos cuenta no difiere mucho de cualquier otra serie B de bajo presupuesto, pero PHANTASM contiene la misma extrañeza que otros títulos posteriores de su autor; no sabemos si nos están tomando el pelo (la chanza de las tres secuelas así podría parecerlo) o si estamos viendo algo totalmente diferente a lo habitual. El caso es que el onírico y saturado clima, a modo de microverso infalible y muy comiquero, que Coscarelli recreó para esta cinta de culto, sigue despertando pasiones muy encontradas entre los que sostienen su genialidad y los que la tildan de "augusta porquería". Yo me encuentro a gusto en medio, porque, sin ser una obra maestra ni mucho menos, PHANTASM es un prodigio de insurrección fílmica, usando su descarada filiación al género en pos de una inaprensible reflexión que subyace mientras el Hombre Alto grita desde la ventana "¡Chicoooooo!"...
Brrrrrrrrr... Saludos...
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
2 comentarios:
Qué mítica. Yo también recuerdo haberla alquilado en VHS cuando eera un imberbe y el miedo que me daban esos seres pequeñitos que ayudaban al Tall Man.
Un saludo.
si, una insurrección del género fuera de toda regla. Tiene un punto que la distingue del cine-B del montón.
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