martes, 31 de agosto de 2010
Cuéntame qué te pasó
Santiago Tabernero intentó, hace ahora cinco años que nos parecen más lejanos en el tiempo de lo que realmente están, integrar en un film las posibles virtudes del ideario/imaginario/devocionario español de la transición y sus figuras y menesteres; una especie de AMERICAN GRAFFITTI ibérica con menos gracia pero con más puntos en común, desde luego. El resultado fue una película tan extraña como fascinante, tan irregular y desvaída como un sueño y tan impactante en su propuesta como poco perdurable en la memoria, como se ha ido demostrando con el tiempo y como ha quedado fosilizada en un ya demasiado amplio catálogo de títulos intrascendentes de nuestra filmografía, la española. Y es que VIDA Y COLOR, literalizando a aquellos estruendosos álbumes en los que cabía una tribu de negros y un rascacielos, y daba tanto un submarino de guerra como el presidente de Namibia o un pez espada, intenta, sin lograrlo más que en sus secuencias más oníricas, llevarnos a un lugar y un tiempo ya desaparecidos fiándolo todo a la carta del esfuerzo mental más terrible: el de la codicia nostálgica. Tabernero se deja todo su talento cinéfilo (que es mucho) en ser(se) honesto, que es estupendo en los tiempos que corren, y en lo subjetivo le sale bien, que es la reconocible figura de ese chaval tan normal y corriente que vive en una barriada, tiene cates en el colegio, le pegan los chulitos, envidia las incipientes teles en color y, sobre todo, daría su alma al diablo por ese mítico cromo que nadie tiene y con el que se completaba el álbum de turno: el de la calavera. Así que Tabernero quiere retomar EL ESPÍRITU DE LA COLMENA justo treinta años después, pero desgraciadamente su exceso de corrección formal lo deja en una especie de capítulo de lujo de "Cuéntame..."; porque de VIDA Y COLOR se podría haber hecho una serie excepcional, una especie de Twin Peaks patrio del que sentirnos orgullosos durante un tiempo, pero se ha quedado en una tierra de nadie de la que tampoco su director ha salido hasta el momento.
Saludos pegados con Imedio.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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