domingo, 8 de agosto de 2010
El puto infierno
Tranquilos, no voy a ser yo, y mucho menos tras haber sido fiel seguidor durante años de "Hellblazer", quien haga (nunca mejor dicho) de abogado del diablo. Aun así, debo reconocer que CONSTANTINE, aun con sus patinazos, sus horrísonas licencias y hasta su preocupante ausencia de mala uva, mantiene un nivel bastante digno para los parámetros mainstream en los que se mueve. El primer problema es, cómo no, Keanu Reeves, que no es que sea un mal John Constantine, es que no puede ser jamás John Constantine; otro tipo sí, pero no el detective atormentado y autodestructivo que Alan Moore creó hace más de veinte años y que Jamie Delano elevó a los altares del cómic más áspero e insobornable. Otro actor con más carisma le habría ido como anillo al dedo, porque Reeves ya no puede desengancharse de Neo, un personaje que irá siempre con él para bien o para mal. El gran acierto de casting es Rachel Weisz, que muestra su solvencia en algunas de las escenas más complicadas del film, y algunas caracterizaciones ciertamente originales, como ver a Tilda Swinton encarnando a un feroz y androginísimo arcángel o a Peter Stormare haciendo la entrada en escena del Diablo más insólita que he visto jamás. Son pequeñas gotas de lo que pudo ser pero se quedó a la mitad por incompetencia, sumisión a los estándares o simple bobaliconería americana; no basta con ametralladoras en forma de cruz ni con sacar a Reeves fumando como un carretero... La subversión es otra cosa mucho menos elocuente...
Saludos de azufre.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
5 comentarios:
Completamente de acuerdo. Especialmente en el "hombre-para-todo" Reeves. No hay quien se lo trague aquí. La Weisz, buenísima en todos los sentidos.
... y a mí que esta chica no me pone... serán esas cejas...
Cómo no odiar a Keanu Reeves.
El caso es que es una película que pese a haberse quedado a las puertas de muchas cosas, a mí me gusta.
Sí, las hay mucho peores...
¿Pero qué les costaba buscar un John Constantine rubio?
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