lunes, 30 de marzo de 2009

Rotundidad

Me he visto obligado a modificar mi "hoja de ruta" particular ¿El motivo? Nos ha cogido por sorpresa la muerte del grandísimo compositor Maurice Jarre; uno de esos iconos indisolubles del concepto más clásico que cono cemos como "banda sonora". Jarre fue poseedor de una vasta obra y de un notable dominio de las grandes y frondosas orquestaciones, pero probablemente sea DOCTOR ZHIVAGO su partitura más redonda, la más lograda, la más recordada. Y es que hay un halo mágico cuando Zhivago llega en trineo al palacio helado, uno de esos momentos irrepetibles en la historia del cine, el mito hecho celuloide. Lo dicho, por un lado esa música arrebatadora, inmortal; por el otro, ese momento congelado en el tiempo que constituye la superproducción más intimista de todos los tiempos, la obra de un orfebre de la imagen. No concibo a otro que no fuera David Lean dotando de sentido, entidad y sensibilidad al texto de Pasternak, la historia, fascinante y estremecedora a partes iguales, del doctor que cura compasivamente, sin importarle ideologías ni bandos, el doctor que es poeta, que es un luchador idealista. Los diálogos de DOCTOR ZHIVAGO son demoledores, dan cuenta del momento más convulso de un país a pique. Los momentos íntimos, sin embargo, son de una exquisitez conmovedora; Lean filma los interiores desde fuera, no nos deja entrar hasta que no hace que reparemos en lo que ocurre dentro. El momento sublime de la escritura, del hombre postrado ante la hoja en blanco, es rcogido con la misma decisiva exactitud que una revuelta en plena revolución rusa. Todo eso... y estaba Julie Christie, sobre la que prefiero reservarme todo comentario.
Sirva este pequeño recordatorio acerca de una grandísima película como agradecimiento por mi parte tanto a Lean como a Jarre por ser parte activa de esta maravillosa enfermedad que padezco. Enormes saludos.

2 comentarios:

Eduardo dijo...

Uy, Lorenzo de Arabia también era una banda sonora bestial

dvd dijo...

Efectivamente, pero la comenté tiempo ha.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!