domingo, 22 de marzo de 2009

Cuestión de fe

Ésta es una de las cintas que tenía pendientes desde el inicio del blog y que tenía que comentar ya, si no reventaba. Voy a ser conciso y nada retórico: ORDET es una de las mejores películas de todos los tiempos; junto a otras diez o doce, supongo.
Y es curioso el fenómeno que se produce en el film de Dreyer, pues el tema fundamental sobre el que se asienta es la fe, la falta de la misma y la indefensión humana ante el misterio teológico. Yo tengo un montón de fe, pero nada de ella va dirigida a la iglesia, ni a un supuesto dios, ni nada de eso. Mi fe es un enorme puzzle donde entrarían diversas artes, una gran porción de vanidad protectora y esa causa perdida que se llama ser humano ¿Se puede ser más creyente?
Bien, a lo largo del rotundo metraje de ORDET, los personajes, imbuidos todos en un fuerte ambiente teológico, pecadores que arrastran sus pecados hasta los pequeños momentos de redención, preparan al espectador para la última experiencia, la experiencia imposible. La mujer muere y la sensación de injusticia se hace patente; no hay fe por tanto. Se puede discutir eternamente sobre la necesidad de Dreyer de mostrar el momento del milagro obrado en sí; yo no tengo dudas y sí una fe inquebrantable en que ese momento ha de llegar y ser mostrado. E insisto: soy monolíticamente ateo, lo que no es óbice ni circunstancia atenuante para que no alcanzase a experimentar esa sensación cercana a lo trascendente cuando Johannes, el santo que es tomado por loco, precisamente porque no puede separarse de su fe, se transfigura, abandona su hilo de voz y ORDENA a la mujer muerta que se levante. La mujer, como todos saben , se levanta; a partir de ahí, el cine de Dreyer deja de ser mera representación y nos obliga a mirar con temor el borde de la pantalla, allí donde acaba la imagen de la resurrección comienza un insondable color negro... el misterio que ni siquiera Dreyer es capaz de abordar...
Saludos redivivos.

2 comentarios:

Vivian dijo...

“Una de las mejores películas de la historia, junto a otras diez o doce, supongo” y yo añado que, entre esas diez o doce estaría toda la filmografía de Dreyer, que cuenta sus películas por obras maestras. Lamentablemente escasa obra, he de decir.
Hay dos cuestiones que me gustaría destacar de la película, como sólo creyendo en imposibles se pueden llegar a convertir en posibles y como, los únicos que realmente tienen fe sin fisuras, creen en lo invisible y lo imposible, son un loco y una niña.
Como se puede deducir de mis palabras soy una admiradora incondicional de la obra de Dreyer, pero tengo especial debilidad por “Gertrud”.

Un saludo

Anónimo dijo...

A la Paz de Dios hermano fraile. Es curioso y maravilloso que un ateo monolítico como usted (yo soy creyente difuso en la niebla espesa) disfrute de una de las películas más religiosa de la historia del cine, yo es la que prefiero de Dreyer (cristiano protestante). Siempre recordaré al loco Johannes condenando la falta de fé de la propia Iglesia( el chiringuito). Creo que Dreyer habla por boca de este personaje que afirma ser Jesús de Nazaret y que tal como cree en los milagros los realiza. Con dos huevos. Sí señor.(Esta última frase sobra, se impuso la guasa).

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!