martes, 22 de junio de 2021

Películas para desengancharse #79


 

Otra de correspondencias ocultas. GROUNDHOG DAY (por aquí todos la reconocerán mejor como ATRAPADO EN EL TIEMPO), que fue famosísima en su estreno, hace ahora casi tres décadas, ha ido desprendiéndose de su apariencia de comedia simpaticota, familiar e inocua, para engrosar listas de descreídos y cínicos patológicos. La razón, tener mucha más mala idea que la mayoría de historias supuestamente "serias" que hoy día compone el grueso de cualquier catálogo, obviando nomenclaturas. Dirigía Harold Ramis, que repetía con Bill Murray, incluía a la encantadora Andie MacDowell en pleno apogeo, y todo partía de una obsesión personal del guionista Danny Rubin, que a partir de ahí se quedó literalmente sin ideas. Engañosa en su superficie, ésta presenta al "prototipo Murray", cansado de todo y de todos, pero con una vanidad que le hace creerse mejor de lo que es; un hombre del tiempo de "infalibles predicciones", que se ve preso de una especie de insólita maldición, tras cubrir, como todos los años, el "grandioso evento" del día de la marmota, en el remoto pueblo de Punxstawney. Así, y tras verse obligado a no poder salir del pueblo por la terrible nevada que él no fue capaz de predecir, el día siguiente, siempre a partir de las seis de la mañana (odiaréis a Sonny & Cher), se repetirá con todos los mismos eventos, una y otra vez, y sólo él será consciente de este bucle infernal. Lo que ha hecho ganar puntos a este film es su doble vertiente. Por un lado, el mecanismo cómico funciona (nunca mejor dicho) como un reloj, aunque algunos tics de Murray se vean forzados o encuentren escasa réplica en el resto de intérpretes. Pero lo más interesante es el subtexto, que nos coloca en una posición moral incómoda, obligándonos a tomar partido por un tipo bastante odioso, pero que representa al lúcido entre ignorantes. El protagonista, sin disimular su hartazgo, decide usar esa "experiencia infinita" para poseer un conocimiento absoluto, al menos sobre la circunstancia de ese pequeño pueblo; sin embargo, un insalvable obstáculo lo deja sin argumentos: una y otra vez, es eternamente rechazado por su compañera de trabajo, de la que a lo mejor quiere convencerse de que es la única persona por la que podría sentir algo parecido al amor...
Es curioso, e intrigante, pero reconozco que ha envejecido mejor de lo que hubiese cabido esperar.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!