viernes, 18 de junio de 2021

El apagón


 

No hay rastro de los cineastas que, hará ahora un par de décadas, refrescaron el cine independiente americano con aquella película a contrapelo de todo que era AMERICAN SPLENDOR. Efectivamente, signo de los tiempos, el tándem Springer/Pulcini, tras un periplo que se ha movido entre la irregularidad y la discreción, ha terminado por abrazar los preceptos del fondo de catálogo de Netflix, puede que con el ingenuo propósito de disfrazar lo autoral de comercial. Pero engañar a la industria no es sencillo, y THINGS HEARD & SEEN lo confirma como el desastre absoluto que termina siendo, y del que se podría haber salvado de no haber ensayado ser lo que de ningún modo puede ser. El título, más elocuente en español (LA APARIENCIA DE LAS COSAS), es incapaz de reflejar un solo argumento o tono narrativo, saltando por los géneros tan alegremente que me daba la impresión de asistir a un montaje frankenstiniano, uniendo lo "oficialmente rodado" por uno con lo "oculto", supongo que extraoficialmente. La verdad suele ser más terrenal, e intuyo que el drama de ribetes fantásticos y/o sobrenaturales vende, y es una tentación difícil de rechazar en momentos de carestía neuronal. Si se disponen a verla, les prevengo: son dos horas de bandazos bipolares. Por un lado, se sigue con interés el desmoronamiento de un matrimonio a principios de los 80; ella (Amanda Seyfried, en modo solvente), con trastornos alimenticios, y él (un desaprovechadísimo James Norton, que aun así es lo mejor), un joven profesor que ha obtenido la oportunidad de dar clases en una pequeña universidad rural. Insisto, hay un cartel de neón indicándonos que se trata de una película de terror, variante casas encantadas, y que tenemos que esperar sobresaltos y todo eso. No lo entiendo, porque lo único que funciona mínimamente aquí es lo que el guion termina por tirar a la basura, la miseria moral y el arribismo disfrazados de aparente normalidad, y que carcome poco a poco los proyectos y esperanzas de quien piensa que el mundo siempre les debe una. 
Es un desastre de película, pero aún más si nos acordamos de lo que esta pareja logró hacer entonces... ¿elocuencia o casualidad?...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!