lunes, 28 de junio de 2021

Películas para desengancharse #82


 

Ya es curioso que un cineasta como el australiano Peter Weir repita en esta controvertida sección bienal, aunque ni explicación proviene de la dualidad de la misma, aceptando en el conglomerado tanto placeres culpables, silos indefendibles o fenómenos populares incontestables. Y yo diría que Weir estaría entre el primero y tercer aserto, y personalmente más en el tercero. Y es que creo que poco puede añadirse a todo lo que significa una película como DEAD POETS SOCIETY, un film que pocos vieron venir entonces (hablamos de un año tan poco memorable como 1989), pero que abandera una especie de tradición no escrita sobre los "años de iniciación y descubrimiento". En este caso, el guion de Tom Schulman (que ganó el oscar) propone una tensión permanente entre un sentimentalismo descarado, incluso desaforado, y la habitual sobriedad de Weir, capaz hasta de minimizar el histrionismo de Robin Williams a apenas una sola escena de lucimiento, cosa que es muy de agradecer. También en este sentido la película es algo tramposilla, y los protagonistas absolutos son ese grupito de alumnos que, inesperadamente, van a experimentar el valor de la poesía, dando un giro de 180º a la rigidez de la prestigiosa escuela a la que han ingresado. Repleta de "momentazos" que han quedado en la retina de toda una generación, nos reveló al gran actor que luego ha sido Ethan Hawke (el único de la camada con verdadera repercusión posterior), y nos hizo creer por unos momentos dos falacias: que la poesía pueda suponer una transformación colectiva (habría sido más factible por lo individual), y que Whitman era un gran poeta... Ahí lo dejo, antes de los tomatazos...
Que sí, que se puede ver, e incluso tiene momentos muy emocionantes, pero parar máquinas aquí carece de todo sentido, aunque sé de buena tinta que luego la han vuelto a ver un montón de veces más.
Saludos.

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