martes, 19 de febrero de 2019

La clase de Lubitsch #4



Con ICH MÖCHTE KEIN MANN SEIN (NO QUIERO SER UN HOMBRE), Lubitsch da un paso más en su sofisticado compendio de comedia, sátira social y desafío técnico, y todo en un mediometraje de apenas tres cuartos de hora. Lo primero que llama la atención es la libertad con la que Lubitsch dibuja un personaje femenino que sólo quiere eso, libertad en un mundo eminentemente machista y retrógrado (hablamos de 1918), en el que las señoritas son educadas en la ignorancia y la obediencia. Esta chica es huérfana y vive tutelada por un hombre que no le permite una sola licencia, pero idea un plan descabellado para escapar de su rutinaria prisión domiciliaria: disfrazarse de hombre. Lo que propone Lubitsch es un ingenioso artefacto que no deja títere con cabeza, ni hombres ni mujeres, y todo bajo la mirada asombrada y estupefacta de esta joven, que comprueba de primera mano las dificultades de ser hombre en un mundo de hombres (¿imaginan algo tan políticamente incorrecto hoy día?). Los hombres son soeces y autoritarios, pero tampoco pueden mostrarse tal y como querrían, sino como los demás "deben verlos", mientras que las mujeres son interesadas y manipuladoras en el juego de la seducción, donde son las verdaderas maestras. Y aún más rompedor es el momento en que, volviendo de una interminable y etílica fiesta, ella, aún disfrazada, es finalmente abordada por el hombre al que quería acercarse toda la noche, con lo que además estamos ante un manifiesto abiertamente homosexual, sin tapujos y con ese "toque" que ya era una marca reconocible en su director.
No apta para pacatos de nuevo cuño...
Saludos.

2 comentarios:

Mister Lombreeze dijo...

Esto debería verse en las escuelas.

dvd dijo...

En las de ahora, desde luego...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!