martes, 27 de noviembre de 2018

Nuestro horrible anecdotario



En la realidad están todas las ficciones. En esa contradictoria sentencia podríamos encontrar el verdadero ser de una película tan incómoda, intensa e indescifrable como LES DÉMONS, que trata, por decir algo, sobre cómo nuestra cotidianidad se asienta y está formada de un indisoluble sustrato de pequeños amores y grandes terrores. Miedos y placeres, como nos viene recordando David Lynch desde hace tiempo, aunque el discurso de Philippe Lesage, cimentado en una notable trayectoria como documentalista, tome por otros derroteros, y más concretamente por el de la observación minuciosa de las conductas humanas, de sus porqués y sus sinrazones, de lo que es estar vivo día a día sin más. En ese terreno, lo inesperado parece acechar tras cualquier rincón y en cualquier momento, y lo inesperado es lo normal en el mundo y la mirada infantil, no como nosotros la interpretamos, sino como realmente es. Se habla de muchas cosas para terminar hablando de una sola, pero lo que sí sabemos es que la única complicidad la encontraremos en la interroganye mirada de Felix, un chaval para el que todo es nuevo cada día. Pero no hay que llevarse a equívocos, no seguiremos a Felix como un niño desvalido y casi marginado por sus seres queridos, porque luego comprobaremos que no es así; tampoco sobre qué diablos pinta su padre en la casa de su mejor amigo mientras él duerme, ni de qué habla con la madre de su amigo; ni siquiera sobre la crisis matrimonial de sus propios padres, plasmada en un magnífico plano secuencia. No iremos más allá en los inocentes escarceos homosexuales, ni en el sentimiento de culpa, ni en los terrores nocturnos, ni en la incontenible crueldad infantil. Todo ello no hace más que prepararnos para el insoportable punto en suspenso, en el que el horror aparece sin que se nos permita verlo. A partir de ahí, como siempre ocurre, todo volverá a la normalidad. Y los niños crecerán...
Magnífica.
Saludos.

No hay comentarios:

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!