martes, 6 de noviembre de 2018

El amor contado



¿Qué le pasa a este chico? ¿Está perdido o es el único que ha encontrado su sitio? ¿Por qué no ansía nada más allá de un paseo, una mirada o un instante de calma?
¿Y qué le pasa a ella? ¿Qué ha podido pasarle para querer saltar desde un puente y acabar con su joven vida?
Lo que Bresson indaga en QUATRE NUITS D'UN RÊVEUR es el segundo perfecto, el que deja en manos del otro nuestro propio destino, sea para amarnos o para perder la vida, si es que ambas cosas no son lo mismo. Es una película jovial, natural, llena de la radiante frescura que sólo los jóvenes tienen, pero también de la radical truculencia con la que a menudo se disparan sus actos. Actos por amor y despecho, de la misma manera que por la comodidad de una buhardilla en la que n siquiera el acto de pintar es importante, porque lo es más una noche de anís o una tarde observando de lejos a las mujeres que no se pueden tener. Podría ser un elogio de la soledad, tanto como de la camaradería, el insomnio o las palabras huecas, menos solemnes que una mirada que todo lo dice y todo lo calla. Bresson nos cuenta el amor tomando un acto desesperado, pero no estoy muy seguro de que tirarse de un puente lo sea más que acercarse a esa persona a la que amamos, quizá sin saberlo.
Saludos.














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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!