viernes, 9 de noviembre de 2018

La medida del hombre



En 1994, Alexander Sokurov hizo una muy libre adaptación de "Crimen y castigo", tan libre que es prácticamente irreconocible si se compara literalmente con la obra maestra de Dostoievski, pero que en su fuero interno logra atrapar la esencia y el alma de la obra, como deben ser las buenas versiones. TIKHIYE STRANITSY (PÁGINAS SUSURRANTES) reporta la errática deriva de su protagonista, un hombre asolado por la culpa, y que sin embargo intenta remediar la vida de quienes se cruzan con él, en un San Petersburgo fantasmal, envuelto en una niebla constante y compuesto por monstruosas construcciones que empequeñecen a los hombres hasta reducirlos a una simple anécdota. Sokurov filma puertos que parecen retorcerse, galerías de eco sordo y habitaciones cuyas puertas no dan a ninguna parte, adelantando más de dos décadas su Fausto y ensayando su insoslayable puesta en escena y sus desencajados ritmos de diálogo. Una experiencia complicada de asumir si no se está al día de la obra del director ruso, pero que constituye una experiencia, sobre todo en lo visual, absolutamente fascinante, con escenas tremendas, como los millares de zapatos colgados de un techo infinito o los apocalípticos bajos del muelle, donde las sirenas de los barcos parecen una llamada a la muerte. Desconozco si Sokurov habrá tenido en mente retomar este trabajo y ampliarlo (apenas dura una hora), pero podría ser un trabajo de madurez simplemente imponente, aunque ¿a quién diablos le importa Dostievski a estas alturas de la broma?...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!