jueves, 25 de octubre de 2018

Clément de pleno #6



LE CHÂTEAU DE VERRE es una película eminentemente rara, casi una anomalía en cualquier filmografía. Se supone un melodrama clásico en torno a las infidelidades de una aburrida esposa de la alta burguesía suiza, que cae enredada por un irresistible vividor parisino. Esto es lo que en esencia contaba la novela de Vicki Baum, pero Clément le otorga un aire casi fantasmal, sobre todo en su plúmbeo arranque, que parece desplazar a los personajes de una ensoñación a la cruda realidad. La pareja tampoco podía ser más extraña. Ella, la gran Michèle Morgan, esposa de un importante juez, ve caer toda su vida por un sumidero de apariencias y monotonía; él es Jean Marais, encarnando a un dulce canallita, al que le gustaría ser más insolente y desafecto, pero que no puede evitar ser como es. La segunda parte del film es acaparado enteramente por el repentino e inopinado viaje de ella a París para encontrarse con el hombre que la tiene hechizada, y al que Clément muestra sin ningún glamour, engañando conscientemente a otra mujer, que le sabe perdido. Como si de una sucesión de postales se tratara, la película muestra a ambos personajes separados, tan sólo para unirlos casi bruscamente y romper por completo con cierto sentido del romance clásico y acaramelado. El final, aún más abrupto, les separa, quien sabe si para siempre, porque el caso es que a lo que hemos asistido es a una clase magistral de modulación del ritmo interno de un film. Acaso lo que siempre hemos entendido por cine de autor...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!