lunes, 8 de octubre de 2018

Retrato del artista maduro



DAVID LYNCH: THE ART LIFE se puede resumir en apenas un par de líneas, que vendrían a decir que Lynch siempre ha sido un hombre y un artista sumamente hermético, tan fascinante como irritante, y que si su visión artística ya es de por sí retorcida, asistir a su propia concepción de la existencia, y más concretamente la suya, puede pasmar al más pintado. Porque si no habláramos de Palmas de Oro y esas cosas, a los diez minutos podríamos estar dándole la razón a los padres de Lynch, que se opusieron en todo momento a su actividad artística y siempre le animaron a buscar un trabajo decente. El discurso de Lynch, sobre el que está asentado todo el film, se centra básicamente en su infancia y juventud, en su obsesión por ser pintor y por el casual y tardío descubrimiento del cine (cuadros en movimiento y con sonido, según sus propias palabras) como expresión artística. Este pausado documental en primerísima persona puede ser muy aburrido si nunca te ha interesado el cine de Lynch, pero muy revelador a la hora de intentar indagar en los motivos fundamentales de su visión, el porqué de que lo que para muchos es decadencia, herrumbre y enfermedad, en su caso es, quizá, el único resquicio luminoso, la única salida de la locura de los cuerdos hacia la lucidez de quienes no piensan como la mayoría.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!