martes, 16 de octubre de 2018

Cásese conmigo y no volveré a mirar a otro caballo



Vamos a contarla. La joven propietaria de un sanatorio debe afrontar una serie de deudas que la van a obligar a cerrar, a menos que pueda retener a una señora millonaria e hipocondríaca, que sólo accede a quedarse si la trata un doctor del que está locamente enamorada. Entonces aparecen Harpo y Chico... ¿por qué?... Si pudiésemos explicarlo no estaríamos hablando de los hermanos Marx, pero el caso es que están ahí, y además son los únicos que se ofrecen honestamente a echar una mano a la joven ¿Cómo? Bueno, pues son los hermanos Marx, así que buscan a alguien que sepa algo de medicina y se haga pasar por el susodicho doctor. Con una pequeña particularidad: es veterinario... y es Groucho, claro. A partir de ahí, la anarquía. Las frases ingeniosas se mezclan con los alardes físicos, lo mismo de siempre, pero es que lo mismo de siempre es simplemente genial. A DAY AT THE RACES es uno de los títulos verdaderamente míticos de los Marx, y contiene todo lo que una película suya (un género en sí mismo) puede y debe contener, porque el público no espera otra cosa que no sea a Chico dándole un billete a un tipo y a Harpo sacándolo del bolsillo para que vuelva a darle el mismo billete. O a Groucho en plena velada romántica con un gigantesco florero que no permite la visibilidad. Da igual la coherencia, que nos inserten los habituales números musicales (por allí había un tal Franz Waxman) o que casi todo se resuelva con una huida y persecución, como en los inicios del cine. Da igual, porque el absurdo es una de las pocas cosas realmente intemporales, que no pueden envejecer porque prescinde por completo de incluir referencias que no sean las concernientes a sus propias reglas. Pero hay un punto muy interesante que cruza de parte a parte el cine de estos incomparables hermanos, y se refiere a cómo el sarcasmo, mezcla de desdén e inteligencia, desarma a los injustos, que curiosamente son los más "normales", mientras que estos niños grandes parecen ser los únicos que ven las cosas tal como son. Sí, como los niños...
Maravillosa. Hay que verla una vez al año.
Saludos.

4 comentarios:

Jimmy FDZ dijo...

Los hermanos Marx son unos malditos genios. En su momento habré visto unas diez películas de ellos, imposible no gozar con aquellas historias. Unos malditos genios, podría decirlo mil veces y no sería suficiente...
Saludos.

dvd dijo...

De los pocos artistas que son capaces de arrancarme sonoras carcajadas...

Mister Lombreeze dijo...

Y vivan los planos americanos, joder!

dvd dijo...

Completamente de acuerdo. Y la secuencia del baile final con los negros en el pajar está francamente bien rodada...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!