sábado, 27 de octubre de 2018

Recuérdame



MARJORIE PRIME es una de esas películas infaliblemente inscritas en un cierto hato de "realismo metafísico", o lo que los antiguos como yo siempre derivabamos hacia lo New Age. Se trata de un relato de ciencia ficción más o menos inteligente (tampoco obtendrán aquí ninguna revelación definitiva) y de apariencia y resolución calmosa, nada que ver con rayos láser ni naves en llamas... Se nos cuenta un futuro no muy lejano, en el que las personas fallecidas son reconstruidas en forma de holograma a partir de los recuerdos de quien contrate dicho servicio. Los "Prime", que así se llaman, se encargan de cubrir la soledad de personas que no quieren enfrentarse a la soledad, de conversar con ellos como si aún estuvieran ahí. Y Marjorie es una violinista, ya anciana y enferma de Alzheimer, que recuperó a su difunto marido, pero la fantasmal presencia no será del gusto de su hija y su yerno, durante una visita. El director Michael Almereyda no es un recién llegado, y su trayectoria se remonta ya a casi treinta años de carrera, con grandes altibajos y alternando producciones independientes con otras estrictamente comerciales. El film en sí comienza bien, con un intenso y elegante cara a cara entre Jon Hamm y la veterana Lois Smith, pero va cayendo en una suave monotonía, en exceso alargada y que finalmente ofrece una reflexión demasiado vacua y buenista, lo que queda reflejado en ese detalle escabroso que la hija no quiere revelar a la memoria casi perfecta del Prime.
Interesante, pero se olvida pronto. Y no, no es un chiste fácil...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!