viernes, 20 de julio de 2018

En la feria de los sentidos




¿Qué es, en realidad, THE ABYSS, sino un uso y disfrute egoistón y demagógico acerca de las posibilidades demiúrgicas de un técnico autoconvenciéndose de que es un narrador importante? Nadie discute el salto adelante que el cine dio en materia técnica en aquel 1989, donde James Cameron, que venía de zarandear exitosamente el mito de Ridley Scott, quiso dar un paso más allá y filmó una súper aventura submarina que intentaba el mismo experimento pero con ENCUENTROS EN LA TERCERA FASE. Cameron nos introduce en el asfixiante entorno de una expedición a las profundidades del océano, donde un grupo de expertos en excavaciones petrolíferas es contratado por el gobierno para encontrar un submarino varado en el filo de una sima. Las extrañas circunstancias del accidente van descubriéndose a medida que el equipo se adentra en ese inhóspito lugar, aunque aún más extraño es el comportamiento de la tripulación, que se ve alterado por una fuerza que no consiguen entender. Así, Cameron tiene la excusa perfecta para un apabullante despliegue de maquinaria submarina, efectos lumínicos dignos de un concierto de Genesis y el primigenio ensayo de lo que después perfeccionaría en TERMINATOR 2, esas figuras humanoides que parecen hechas de mercurio. Pero los problemas son muchos, la cinta no logra el salvaje ritmo de su antecesora, el kilométrico metraje no llega a estar plenamente justificado, y al final todo se queda muy a medias, ni en un film de aventuras, ni en uno de ciencia ficción, y mucho menos en la burda reflexión filosófica que aguarda al final, que roza la ingenuidad infantiloide. Por otro lado, el trabajo de fotografía de Mikael Salomon es catedralicio, y el reparto, encabezado por un soberbio Ed Harris que se adueña de la pantalla como nadie, cumple con creces. Sí, puede que hablemos de un clásico menor, hoy un poco olvidado, pero que sólo merece la pena revisitar para comparar aspectos técnicos de la actualidad, y ahí Cameron siempre ha tenido un mérito extraordinario.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!