miércoles, 18 de julio de 2018

Crímenes irrecuperables



La coreana es una de las cinematografías más dadas al retorcimiento consciente de los géneros, que igual nos puede ofrecer una inclasificable mixtura como una genuina refundación de los lugares más comunes. El género de los asesinos en serie, consolidado desde su boom hace un cuarto de siglo, parece el campo más abonado para este tipo de experimentos, ya que la ambigüedad y misterio de sus tramas y personajes lo hacen ideal para desarrollar tramas de lo más demencial. Pero aquí los coreanos se llevan la palma, porque son capaces de mezclar lo más insensato con ese dudoso gusto por los asesinos fríos e inteligentes. Hemos visto de todo, desde asesinos bondadosos a otros que directamente vienen del más allá, incluso asesinos con causa o integrados en una familia normal. Pero lo que propone MEMOIR OF A MURDERER es tan pasado de rosca, que sólo su impecable realización la deja fuera de ser una bazofia insensata. El poco prolífico Shin-yeon Won (dos films en trece años) se atreve a proponernos la figura de un antiguo asesino en serie con alzheimer... ¿?... Ya con una edad avanzada, vive junto a su hija, que lo cuida con dificultad, ya que sus repentinos ataques de pérdida de memoria le dejan totalmente en blanco. Si esto ya no fuera bizarro, resulta que la hija se enamora de un oficial de policía que, casualmente, es otro asesino en serie, y que planea tender una trampa-juego al antiguo asesino con demencia, aprovechando sus lagunas mentales. El tipo se da cuenta e intenta advertir a su hija del peligro que corre, pero ésta no lo toma en serio, como es lógico. No sé, habrá quien encuentre el argumento genial y apasionante, pero les advierto de que no hay aquí ni una pizca de la poesía conceptual de un Bong Joon-ho, con cuya obra maestra, MEMORIES OF MURDER, apenas comparte un título similar. Además, son dos horas que pasan con lentitud, con muchos lugares comunes que ya son habituales en el cine coreano, que a veces también cae en la autoindulgencia.
Entretenida, pero sólo a ratos.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!