sábado, 14 de julio de 2018

Misterios revueltos



Parece complicado cargarse una historia escrita por Patricia Highsmith. De hecho, atendiendo a los clásicos, el cine ha obtenido beneficios extra de la ambigüedad, inteligencia y mordacidad de sus textos; el problema sobreviene cuando la escritora de Texas es sometida a un enjuague de sus goznes y resortes por un director que no ha comprendido nada de ello. El británico Andy Goddard, curtido en estupendos trabajos para televisión, demuestra no estar a la altura de una historia apasionante en su planteamiento pero penosamente ejecutada. En A KIND OF MURDER, Goddard pretende adoptar las formas de Todd Haynes, su elegancia y dominio de la imagen como vehículo contrastado de emociones; la ramplonería de este chapucero mogollón de celos, asesinos y apariencias queda en el fantasma de lo que, en otras manos, podría haber sido un peliculón, porque material había de sobra. Los actores apenas balbucean sus caracteres, los diálogos parecen estar siendo soplados en el momento, y la construcción de la trama es torpe y convencional. Le salvo la intención, el arrojo de atreverse con un film de época hecho a la manera clásica, pero cuya timidez formal le resta cualquier triunfo, como si estuviese empeñado en prometernos algo diferente y el camino a tomar fuese siempre el menos arriesgado. Patrick Wilson y Jessica Biel (lo más rescatable de la película) encarnan a un matrimonio sin sentido, que hace aguas por donde se mire. Él es un tipo acomodado, pero que sueña con ser escritor de novela negra; ella... bueno, sabemos que no le quiere nada, pero su personaje carece de mayor profundidad. La gracia está en la obsesión de este hombre con la oscura figura de un tipo apocado y silencioso, del que se sospecha que ha asesinado a su mujer, pero que ha preparado una coartada perfecta. El (forzado) silogismo emerge cuando la propia mujer del escritor aparece muerta, y él se conviete asimismo en sospechoso. Ya digo, es un argumento fascinante, pero la película es tan normalita que duele ver a unos actores desperdiciados en una producción que no pasaría nada si no se hubiese hecho nunca.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!