miércoles, 2 de octubre de 2013

Ritual de lo habitual



Si por casualidad te ha dado la tostada de dirigir, digamos... no sé... APOCALYPSE NOW, por poner un ejemplo sencillito, debe ser complicado defender desde tu posición de director con talento más que contrastado un film como GARDENS OF STONE ¿Por qué? Mi teoría es que mientras la primera es un orgasmo múltiple con dos rubias a las que no volverás a ver tras una noche de Cadillacs y Tiranosaurios, la segunda es la caricia de tu esposa cuarenta años después mientras te ajusta el respirador artificial y te arropa. Uno siente verdadero miedo al ver el semblante de Martin Sheen acercarse a la boca del lobo que es Kurtz; aquí, la glorificación de uno de los sectores más conservadores del ejército, la Guardia Nacional, deviene desorientación y una preocupante falta de dinamismo, aun conteniendo algunos de los mejores diálogos de todo el cine de Coppola. A mí me pasa con esta película que no sé exactamente hacia dónde quiere ir, si intenta que entendamos un hermético mundo repleto de saludos, marcialidad, grados, símbolos y códigos inquebrantables, hacerlo más accesible o absolutamente todo lo contrario. Yéndonos por las ramas, podríamos llegar a pensar que GARDENS OF STONE retomaría el discurso que un film notablemente superior como THE HURT LOCKER dejaba lúcidamente abierto en su agónico final; o que el silogismo "soldado+final de la guerra=depresión galopante" necesita, además del sujeto y el predicado un mínimo muestreo de campo acerca de lo que se nos está proponiendo como esencial. Con un grave problema de desarticulación o simplemente montaje, las (escasas) escenas referidas a combates gravitan sin fuerza alguna, mientras que lo mejor de la función es el complejo y atormentado retrato de Clell Hazard, que es como un pez fuera del agua cuando se quita el uniforme y tiene que ser solamente un hombre. Si Coppola hubiese optado por centrarse sólo en él el film habría ganado enteros de credibilidad, pero es una lástima que estemos ante un metraje tan diversificado que termina por contar poca(s) cosa(s). Y aun así, puede resultar toda una sorpresa para quien indague en la filmografía coppoliana con cierta virginidad.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!