jueves, 8 de marzo de 2012

La esquiva maldad del sonido



El riesgo de integrar varios niveles de arte (y sea esto lo que quiera o deba ser), consiste en que hay cierto momento en el que hace aparición la temidísima dispersión. Sin querer hablar de ello directamente, el espíritu de este blog nació y creo que se ha mantenido firme gracias a dicha integración; no es, por tanto, un problema del blog en sí, sino del objeto mirado y, claro está, de servidor, que al fin y al cabo es el que mira. Hablar de la película de la que hablé ayer, cambiar el chip en apenas 24 horas, y hacerlo hoy de un film completamente diferente, es para mí un placer, y para otros una pedantería tortuosa y que puede saltar peligrosamente de la honestidad al coñazo cultureta. La película es NE CHANGE RIEN, del portugués Pedro Costa, que para el que escribe es un grandísimo director de cine, pero que nadie conoce y jamás tendrá un lugar de privilegio entre los fastos del séptimo arte. Si han visto algún film suyo sabrán de qué les hablo, sabrán que Costa es un magnífico narrador pero que rehúye las formas clásicas de dramatización, lo que le ha llevado a contar casi siempre con actores no profesionales, casi "modelos" bressonianos; y, sin embargo, en la que nos ocupa, ocurre exactamente todo lo contrario. NE CHANGE RIEN es un viaje a las tripas mismas de la creación, en este caso los interminables ensayos de la actriz y cantante Jeanne Balibar, sus rutinas de grabación. Y lo que podría parecernos trivial, lo que nunca vemos ni podemos integrar con la actuación propiamente dicha, cobra aquí nuevo sentido, e incluso puede ser entendido como un basamento fundamental y de igual interés. No es un film fácil, sin embargo; rodado en un tenebroso blanco y negro, el rostro de Balibar emerge de unas sombras que parecen engullir notas, acordes, hilos de voz y retazos de conversaciones. Es una película más para la reflexión subjetiva, no para una mera discusión formal sobre cine; y no pretendo sentar cátedra sobre nada, el cine de entretenimiento es magnífico y saludable... y esto, simplemente, es otra cosa muy distinta.
Saludos en sombras.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!