sábado, 26 de diciembre de 2009

Corre Conejo, corre

Aclaración fundamental: no he leído el libro. Ni siquiera lo conocía, por lo que me dispuse a ver WHERE THE WILD THINGS ARE sin una sola mota de contaminación literaria que no me permitiese apreciar el trabajo de Spike Jonze.
Aclaración no tan fundamental: Spike Jonze es un cineasta tan atípico que él solito se las apaña para que nos cueste trabajo apreciar su trabajo; aquí notable en muchos aspectos e incomprensible en otros tantos. Incomprensible es que dos buenos actores como Catherine Keener y Mark Ruffalo (especialmente este último) no pasen de mera anécdota... Pero, en fin, esas son las cosas de Jonze. Incomprensible es la actitud de "film para treintañeros disfrazado de poesía infantil"... como si Gloria Fuertes copulando con Ginsberg... brrrrrr!... creo que me he pasado... Luego está lo bueno, y lo bueno es el tono visual, que no cae en nada que hayamos visto antes, curiosamente porque los efectos digitales están minimizados y se ha optado por la (re)construcción física. El niño bien, los bichos bien, se echa en falta un poco más de ritmo... Todo está demasiado claro o demasiado confuso, demasiado naif para un adulto y demasiado sofisticado para un niño; y no creo que los niños hayan salido del cine dando palmas, porque el habitual tono depresivo del universo Jonze sobrevuela todo el metraje. Para mí, que ni soy un niño ni me suelo deprimir, lo que de verdad me mosqueó fue la ausencia de ambición; no se aprovecha la llegada del niño a esa tierra poblada de seres fantásticos y se intenta construir "lo nunca visto", sino que aquí la supuesta imaginación consiste en que vemos un muñeco al más puro estilo Espinete hablando como Woody Allen... Puede que cuele para alguien no habitual del cine del neoyorquino, pero una vez superada la sorpresa inicial (la llegada es lo mejor del film) la cosa se va difuminando hasta caer en un preocupante estado de apatía; preocupante y extraño, porque la película termina y uno cree firmemente que podía haber dado más de sí.
Y para los que no la hayan visto, pues va de un niño cabroncete y maleducado que escapa a un mundo imaginario (no, nada de eso existe) donde hacer el hijoputa está bien visto, aunque esto es así porque ese mundo está en su propia mente, así que... ¡Arrgh!... ¡El efecto Jonze!...
Saludos desde donde vivo yo.

5 comentarios:

Kinezoe dijo...

Por lo que cuentas, me parece que el niño debió escapar a nuestro mundo de todos los días... ;-)

Me esperaba más saña (en tu crítica, no en la peli, que no la he visto...).

Dr. Quatermass dijo...

La voy a ver mañana, ya te explico.

El otro día vi el cuento en una librería, me lo leí en 5 minutos (sin exagerar), son unas pocas frases!

Cecil B. Demente dijo...

Lo bueno es que Jonze nos mete en terreno complicado a la hora de hablar de la peli. He leído una crítica que defendía Avatar con ese discurso tan manido de que ya está todo inventado y blablabla... A los que piensan así les recomiendo Donde viven los monstruos, aunque a los que piensan así probablemente no les guste este tipo de cine.

dvd dijo...

Hmmmm! No es fácil lo de esta peli, porque sin ser nada del otro mundo lo cierto es que tiene momentos de saludable belleza (lo que Jonze entiende por belleza, claro) y un humor nada complaciente... Está bien como curiosidad...

Dr. Quatermass dijo...

Pues ya la he visto y coincido bastante con tu visión. Tanta minutada de problemas domésticos entre monstruos no acaba de funcionar. Y si funcionan y muy bien los estímulos sensoriales en forma de carreras por el bosque o paseos por el desierto con esa maravillosa BSO. Pero la propuesta es muy valiente y se agradece mucho, pero mucho en estos tiempos de Avatares y Transformers.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!