
Vamos a abordar un curioso caso, y éste sí que lo es de verdad. La pregunta sería: ¿Cómo se puede llegar a la conclusión, diez años después, de hacer la segunda parte de una película cerrada en sí misma, redonda, casi imposible de mejorar ni, por supuesto, empeorar? ¿Para qué demonios hizo Hal Hartley esa incomprensible bufonada que es FAY GRIM? ¿Por qué no dejó tranquilo el espíritu libre y reconfortante de esa obra maestra del cine indie que era HENRY FOOL?... Sin duda, uno de los grandes misterios de la historia del cine; he intentado acceder a alguna reveladora entrevista a Hartley, pero sólo he visto a un tipo tan perdido como sus propios personajes, un director que apuntaba muy alto y que ha caído víctima de una crisis de ideas que le ha despojado de cualquier rastro de identidad anterior.
HENRY FOOL es uno de esos extraños diamantes en bruto que sólo un gran talento es capaz de rescatar de su titubeante comienzo. Si Hartley no hubiese ido dando forma a esos trozos desperdigados, habríamos asistido a otra tontería más
made in Sundance, pero hablamos de una cinta hermosísima sobre el amor a la literatura por encima de cualquier cosa. Henry, estrafalario trasunto de un Bukowski de andar por casa, llega de ninguna parte a la casa de Simon Grim, un basurero introvertido y bastante zoquete, y su hermana Fay, una chica sin oficio ni beneficio que sólo sueña con beneficiarse a cuanto oficial pase por el barrio. Como decía, lo normal es que este insólito marco inicial caiga en la chabacanería de serie B tan propia de cierto cine yanqui, pero Hartley emociona y remueve conciencias, pero sobre todo CUENTA UNA HISTORIA. La historia aquí es, ni más ni menos, la que todos los que amamos la literatura hemos soñado vivir; Fool se presenta como un supuesto escritor maldito e inédito, su garante: un misterioso mamotreto escrito a mano y que cambiará el curso de la literatura. Fool intenta inculcar a Simon Grim el amor a la escritura, lo que desemboca en que el gris basurero termina por revelarse como un poeta genial y polémico, amado y odiado a partir de que es increíblemente publicado. HENRY FOOL es poliédrica; por una parte se nos cuenta una originalísima y nada complaciente historia de amistad entre el impostor y el genio ignoto; por otro, la tórrida, desesperada y algo patética aventura sexual entre Fool y Fay, que desembocará en el embarazo de ésta; y en medio, la literatura y sus recovecos, la iniquidad del mundillo editorial y la imperceptible línea que separa genialidad de basura ¿cogen la metáfora?
Con estos mimbres, Hartley sobrevivió nueve años más; los críticos se daban codazos en los festivales y decían "Menuda porquería... pero se le puede perdonar, al fin y al cabo es el autor de HENRY FOOL". Sí, así es. Lo malo es que en vez de aceptar la derrota, Hartley pierde absolutamente el norte y factura una de las peores películas que he visto en años; un engendro que podría haber funcionado como frivolidad de autor si no tuviese nada que ver con su antecesora, pero es que se supone que FAY GRIM es la continuación de aquella gran obra. No lo entiendo, sinceramente. El argumento es una gilipollez galopante que embarca a la ama de casa ligerita de cascos en toda una colosal trama de espionaje internacional, con localizaciones europeas, mafiosos en toda regla y hasta Jeff Goldblum, que también anduvo por ahí. Todo un despropósito que destroza la magia de su precedente y que sólo puedo achacar a un súbito ramalazo esquizoide... si no, no se entiende.
Saludos duales.