viernes, 24 de octubre de 2008

Nada es todo

La de ayer y la de hoy. Coincidencia en el tiempo, en que ambas eran un debut, en el género (fantástico), en que entretienen con pocos alardes.
CUBE fue un bombazo en su momento. Recuerdo verla en cartel cerca de un año en unos cines (los Avenida) que no suelen explayarse mucho en estas cosas, lo que me parece más que significativo. El boca-oreja surtió efecto y se veía gente TODOS LOS DÍAS yendo a ver esta curiosísima y original cinta canadiense, obra de un prometedor Vincenzo Natali que, por desgracia, parece haberse estancado desde entonces.
Para los pocos que no la hayan visto, CUBE es una gigantesca estructura laberíntica en forma de cubo con multitud de cámaras-habitáculos interconectados por todos sus lados; es decir: seis puertas, una en cada lado y así sucesivamente... No sé si me he explicado bien o qué, pero os podéis hacer una idea. El caso es que un grupo de personas se despierta un día allí encerrados, sin saber por qué y sin el manual de instrucciones. Ahí creo que radica la potencia de la película; más que en los efectos especiales (pocos, modestos e inteligentes), en el desasosiego que sentimos a medida que los personajes se ayudan, se enfadan, caen, se levantan, buscan soluciones, se desesperan... y, sin embargo, nunca queda claro qué hacen realmente allí ni quién está detrás de todo aquello. Una especie de deshumanización progresiva; los seres humanos convertidos en cobayas; el espectador sin cesar de hacerse preguntas y con cientos de posibles respuestas, ninguna válida, cualquiera válida...
CUBE es la perfecta película de cine fantástico, la que nos mantiene pegados a la butaca hasta su sorprendente final y hace que sigamos hablando sobre ella mucho tiempo después de haberla visto. Como dije, Natali parece haberse diluido tras este magnífico debut y flaco favor le han hecho varias secuelas horripilantes que sólo se han dedicado a exprimir la gallina.
Recomendabilísima para rescatar en DVD.
Saludos cúbicos.

1 comentario:

Groupiedej dijo...

Es espléndida. Sólo diré eso. Y aunque lo hayas hecho antes, yo pienso postearla. Ya entonces comparamos. Un saludo.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!