domingo, 12 de octubre de 2008

Estómagos repletos

Nada peor que los estómagos repletos. Entiéndanme, no intento ser frívolo, sólo digo que luego las digestiones son pesadas.
Yo me atrevería a calificar a Peter Greenaway como uno de los iniciadores (o continuadores, ¿quién sabe?) de ese cine tan británico, tan excesivo, tan vacío... ¿Han visto ustedes esa paja autosuficiente que se llamaba THE BELLY OF AN ARCHITECT? Con esa ya suele ser suficiente; es que ese cóctel con Brian Dennehy en plan existencialista, la cámara omnipotente y autista de Greenaway y el fondillo de Wim Mertens... tremendo.
Otra cosa fue lo de THE COOK, THE THIEF, HIS WIFE AND HER LOVER. Porque aparte de contar con los esplendidos Michael Gambon y Helen Mirren sosteniendo lo más interesante de la misma, un inclasificable sentido del humor va recorriendo el escenario (pues tal parece) y va construyendo la historia y dotándola de un sentido del que habría carecido si el director británico hubiese vuelto a abusar de esa insoportable solemnidad; porque, digo yo, si ni siquiera Orson Welles se permitió caer víctima de la solemnidad vacía excepto en una o dos películas, supongo que un director bastante menos dotado, como es el caso, habría recalado más en el histerismo hipertenso (como luego se ha demostrado) que en la desnudez trascendente de un Bergman o un Tarkovski. Pero ese es el Greenaway de las demás películas, porque ésta es la mejor suya, y entretiene y asombra y es capaz hasta de tener un desenlace de los más sorprendentes que hevisto en mi vida. Y suena Michael Nyman, y no suena pedante. Y somos capaces incluso de identificarnos con ese club exclusivo que es el cine de este británico que filma como si viviera en un palacio, porque soy de los que piensa que Greenaway tiene mucho talento, pero carece de historias que contar; y, pese a que éste guión también lo firme él y le saliese redondo, mejor le habría ido con un guionista sólido y eficiente que con tanto artificio para encubrir unas carencias que en su caso, precisamente por esa tendencia grandilocuente, se nota más.
Apetitosos saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!