jueves, 23 de octubre de 2008

Todo es nada

Darren Aronofsky, el enésimo enfant terrible de la industria americana, debutó hace diez años con una película, cuanto menos, curiosa. Primero porque huía de la estética de videoclip, a la que suelen agarrarse todos los debutantes; porque la trama era pretendidamente ingeniosa y hasta desquiciante (trascendente, dirán algunos); por el B/N. En fin, todas las papeletas para que Aronofsky, como ha podido comprobarse posteriormente, pudiese hacer uso y abuso de respetables montantes, con dispares resultados (una obra maestra: REQUIEM FOR A DREAM y una basura sonrojante: THE FOUNTAIN). Sabiendo como sabemos que Aronofsky nos prepara para dentro de dos años otra recreación de ROBOCOP, sólo nos queda rezar para que se estrene THE WRESTLER, que se llevó el León de Oro en Venecia y pinta muy muy bien.
Y bien, PI, o fe en el caos, o vaya usted a saber, el caso es que Aronofsky es incapaz de hablar sobre pequeños temas, pareciera querer abarcarlo todo con sus películas, aprehender un absoluto. Terrenos pantanosos...
La historia, que va a toda leche, casi no deja ugar a que el espectador reflexione sobre lo que está viendo. Se muestran cosas con aspecto de muy importantes pero apenas se explica nada, así que lo único que le queda al espectador es dejarse llevar por el magnetismo de la cinta, el poder visual de sus imágenes y dejarse de "pues yo creo que... tal y tal", que no le llevarán a ninguna parte. Una vez más, alguien ha dado con la clave de todo ¿?, esta vez en forma de complicadas operaciones matemáticas, mediante las que el protagonista dice haber dado con el patrón que ordenaría el caos bursátil... hmmm, no vendría mal ahora mismito ¿verdad? Total, que como eso, por sí solo, es bastante aburrido, hay persecuciones por parte de grupos fundamentalistas, por ahí aparece la cábala, el gobierno... un batiburrillo del que Aronofsky sale a duras penas. La típica cinta pretenciosa del novato que quiere crecer de golpe porque cree haber dado con la película perfecta, etc... vamos, lo mismo pero al revés.
Como tampoco se puede decir que sea un prodigio de entretenimiento, precisamente por ese aire de pretenciosidad, se ve, sí, con curiosidad, pero no habría pasado de eso si su autor luego no hubiese enderezado el camino con otra que comentaré más adelante.
Hasta entonces, saludos con decimales.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!