miércoles, 8 de octubre de 2008

Modernidad, modernidad

Ayer intenté dar mi versión sobre por qué también lo clásico, en cualquiera de sus acepciones, es necesario y, en estos tiempos tan confusos, hasta imprescindible. De los elementos que separan (entiendo que no hasta la enemistad) lo moderno y lo clásico, de esa dicotomía que tantos equívocos y sinsabores nos reporta, habrá que hablar al no poderse evitar. Curiosamente, un significativo fenómeno ha ido tomando forma a partir de la apertura de los festivales hacia filmografías digamos "exóticas". Y es que las propuestas más modernas, o rupturistas, o vanguardistas, o como quiera etiquetárselas, han ido surgiendo de estos países, en su mayoría de precaria economía y/o controvertido equilibrio social, por decirlo suavemente. Sería el caso de Irán, por ejemplo; donde los pasos dados por varios cineastas son, a mi entender, de gigante, si los comparamos con el retroceso social imperante, aunque dejo estos delicados temas en manos de sociólogos más ilustrados que yo. Desde el ya lejano boom de los setenta, donde el cine iraní fue activista (casi terrorista contra su propio sistema); y con nombres tan significativos como el de Bahram Beyzaii o Abbas Kiarostami, uno de los mejores directores de su generación. Yo no diría que un film como DAYEREH (El círculo), de Jafar Panahi, más joven que los anteriores, sea catalogable como clásico en tanto que revisión de un cierto neorrealismo cruzado con una visión poética-humorística que no elude su primordial (por tratarse del país que se trata) función de denuncia. DAYEREH la podría haber firmado el primer Almodóvar, pero percibimos ecos de Rossellini, y esto es desestabilizador. Aparte de lo esperado: machismo, velos y mujeres cabizbajas, vemos una historia de amistad tremendamente atípica, donde cada personaje tiene vida propia (con lo complicado que es encontrar esto en el cine actual) y una trepidante sucesión de situaciones que primero nos chocan (sobre todo las injusticias machistas) para luego, vistas con mayor perspectiva, nos revelan un tapiz de rebeldía muy sutil, pero también muy fiero.
Yo me atrevería a vaticinar un gran futuro a la filmografía iraní, no sé si también a su política de igualdades; una cosa está clara: ambas se encuentran interconectadas casi inevitablemente. Esperemos que sirva de algo.
Circulares saludos.

2 comentarios:

Gloria dijo...

Quizás porque siento que las mujeres aquí no estamos tan lejos de las experiencias de las mujeres de "El Círculo", es una película que me puso la piel de gallina.

Me acuerdo de esa escena cerca del final, la de la prostituta curtida que se escucha de nuevo la letanía de los guardianes de la moral (y tal vez piensa que, si no la quieren en la calle, mejor que le den una manera de ganarse la vida dignamente y no tantos sermones).

Tal ves es por eso por la que no soy partidaria del velo, por que veo que ellas han de ser las depositarias/guardianas de la tradición y la moral, mientras que ellos se pasean tranquilamente en tejanos y camiseta.

dvd dijo...

Tampoco yo soy partidario del velo, no lo veo como una opción personal sino una imposición llena de matices de la que los hombres, hipócritamente, rehuyen cualquier tipo de responsabilidad. Y en cuanto a la película, no sé si seré muy raro, pero le veo un ramalazo de humor y esperanza, soterrado, sí, pero lo veo. Mejor así.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!