sábado, 25 de octubre de 2008

El cineasta y el hombre

El cineasta se llamaba Sam Peckinpah, el hombre también.
Y negar la influencia que su propia vida tuvo en su obra sería negar el alma de uno de los más grandes directores de todos los tiempos. Porque el cine de Peckinpah es Peckinpah mismo; autoritario y rebelde; desengañado y violento; seco y cortante; conciso hasta las últimas consecuencias.
Peckinpah hizo de la violencia en pantalla todo un arte; y, a diferencia de los quirúrgicos trabajos de Kubrick, no hay un bien y un mal definidos en medio de la violencia, sólo desesperación, lucha por la supervivencia y mucho odio acumulado.
THE WILD BUNCH se rodó casi cuando el western comenzaba a vislumbrar su ocaso tras tres décadas de incesantes tratados sobre la "mitologia" del salvaje oeste. Ahora bien, mucho ojo, porque quien quiera encontrar un relato "crepuscular" (lo que se ha sobado esta palabra) a lo Eastwood aquí sólo hallará la antítesis de nociones tales como "nostalgia" o "fracaso". El fracaso que Peckinpah tan magistralmente aborda en esta obra maestra absoluta es, sobre todo en el impactante y aún no superado final, un fracaso asumido, el del salvaje grupo de atracadores que sabe que ha llegado la hora de morir; hermosísima metáfora sobre lo que al western le iban a deparar los siguientes años de sequía, cuando no de vergüenza.
Se ha escrito muchísimo sobre esta película de difícil ubicación, pues si ha servido de inspiración (incontables veces) no ha sido precisamente en posteriores westerns, habida cuenta de lo pobre que este género fue a partir entonces, sino, curiosamente, como puerta de apertura a cineastas que no han cultivado el western pero sí han intentado sublimar la violencia como forma lícita de expresión en el cine. Los malos son malos porque son malos, no se les va a dar ni una oportunidad, ni siquiera antes de saber que van a morir. Los malos matan a los malos, así que ¿hay alguien bueno por ahí? En las películas de Peckinpah casi nadie es bueno del todo... ¡qué coño!, todos son bastante hijos de puta.
Salvajes saludos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ese último momento es muy grande, muy épico. Cuatro hombres sin principios deciden dar un paso más allá sabiendo que van de cabeza hacia el abismo. Qué grande el tito Sam compadre.

ethan dijo...

Hasta los niños lo son (hijos de puta): ¿A qué juegan esos monstruitos en el arranque de la peli?
Saludos.

Vivian dijo...

Grande Peckinpah e inmensa "Grupo Salvaje".
La tan criticada “violencia gratuita” en él y en su filmografía pierde ese calificativo para convertirse en protagonista esencial y pieza clave.
Y, como suelo citar cuando alguien habla de esta película, ya sabes, si se mueven, mátalos…

Un saludo

P.D: Esos niñossssss

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!