Con muchos recelos me acerco a AKU WA SONZAI SHINAI (EL MAL NO EXISTE), último film del cineasta japonés Ryûsuke Hamaguchi, y todos provenientes de la sensación de "estética vacía" que me dejó DRIVE MY CAR, con la que no comparto el elevado entusiasmo que suscitó en su estreno. El resultado, al menos en su primera mitad, es más que satisfactorio, con una depurada visión acerca de la calmada y respetuosa vida de una comunidad rural, que se ve amenazada por la inminente construcción de los típicos y horrorosos resorts de lujo (aquí los llamamos erróneamente "casas rurales"), que además suponen un desastre ecológico, al contaminar sus aguas. Esto abarca desde que dicha comunidad nos es presentada, hasta la entrevista de los delegados de la empresa (la mejor escena con diferencia), para seguidamente tomar una deriva en mi opinión incomprensible, que desemboca en un final sensiblero, innecesario y ligeramente paródico. La película, a mitad de camino del cine de denuncia social y un contemplacionismo de dura justificación, se crece cuando lo que cuenta es comprensible, construyendo unos personajes complejos y que hacen avanzar la trama. Lamentablemente, me parece que Hamaguchi tiende a relamerse innecesariamente, o a convertir sus historias en pasto para los aborrecedores del "cine cultureta", como si quisiera contentar a unos y otros. Y eso, normalmente, no sale bien.
Es una buena película porque está rodada estupendamente, pero yo a este director le exigiría algo más de claridad en el tono.
Saludos.
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