miércoles, 5 de febrero de 2025

La realidad calibrada


 

A quien no le gusta su mundo siempre le cabe la posibilidad de cambiarlo, ajustarlo a su gusto. Desgraciadamente, ésa no es más que la excepción en la norma, y lo regular, en cambio, no es más que languidecer junto a nuestras frustraciones, aceptarlas e incluso quererlas en cierta forma, no vayan a cristalizar en una psicosis que no sepamos manejar. EMILIA PÉREZ es una película opresiva, pero nos vende que es liberadora. Oprime por cuanto nos presenta una serie de problemas irresolubles, de manera que accede a lo extraordinario invistiéndolo de una esperanza tan tramposa y manipuladora como todos y cada uno de los personajes que pueblan este afectado culebrón, pertrechado tras un intragable musical dodecafónico, que además abandona por completo el único motivo que lo ancla a su mensaje posibilista: México. Es vergonzoso usar un país, una cultura, tan sólo para encadenar clichés absurdos y panoplias colonialistas, tornando a un hijueputa que ha amasado su fortuna asesinando y traficando en una señora con mala conciencia y vocación contrita, pero que tampoco va a prescindir de las chachas pulcramente uniformadas, no vaya a ser que eso de "ser normal" no se pueda falsear. Y es una pena, porque Audiard es un buen director, de los pocos que ha "europeizado lo americano" con dignidad y oficio, algo que sólo he logrado atisbar en un puñado de momentos en los que su cine se impone al discurso. EMILIA PÉREZ no te deja opinar mal de ella, te infecta con esa mala conciencia que la recorre de principio a fin, y marca una línea preocupante, la del abaratamiento del medio por un mestizaje equívoco.
Seguramente la premiarán, pero seguirá siendo el mismo galardón conservador de casi siempre.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!