miércoles, 2 de enero de 2019

O cinema ao lado #4



Lo que más sorprende en A ÚLTIMA VEZ QUE VI MACAU es su insólito formato, a medio camino entre el documental, la evocación onírica y la fantasía romántica, un crisol de sensaciones que sigue el hilo conductor de un personaje invisible (el propio codirector Guerra da Mata) que viaja a la antigua colonia portuguesa atendiendo a la desesperada carta de su amiga Candy, una cabaretera transexual que desaparece en misteriosas circunstancias. Esta mínima trama permite a sus directores propulsar un cuento repleto de escondrijos emocionales e imágenes que casi parecen sacadas de otro planeta o de un tiempo muy futuro. Una especie de ejercicio de hipnosis narrativa donde fondo y forma se entrelazan y solapan para crear un tejido fílmico inclasificable, pausado pero nunca monótono, y donde el cinéfilo puede deleitarse rastreando los espectros de von Sternberg y Jane Russell, como si 1952 aún no hubiese pasado, o nos esperara tras las brumas que ocultan edificios y personas, o mitos y realidades alternativas...
Sólo por su demoledoramente bella fotografía merece la pena ver esta extrañísima joya de coleccionista.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!