sábado, 26 de enero de 2019

El rey tuerto



Nadie, absolutamente nadie entendió la adaptación que Robert Altman realizó en 1980 del famosísimo personaje de tiras cómicas creado por E.C. Segar allá por principios del siglo XX. POPEYE (el cómic) es una obra maestra porque habita un mundo propio, fuera de los límites y la lógica convencional que rige el nuestro; es, no hay quien lo ponga en duda, una obra maestra de la fantasía de todos los tiempos. Ahora bien, hay dos problemas fundamentales con la película: primero, Altman es un genio creador, por lo que nunca habría intentado fundamentar su versión en nada que no fuera una fidelidad que rozara el paroxismo, lo que da una sensación agotadora y muy complicada de seguir; y luego, POPEYE se mueve entre el slapstick, el musical y la comedia surrealista, por lo que es difícil atribuirle un género reconocible. Así las cosas ¿a quién diablos podría gustarle algo así? A mí me encanta, y no sólo porque Altman me encante, sino porque confirma mis sospechas de que sería imposible realizar algo semejante hoy día, y eso no habla en su contra, sino más bien a su favor como objeto inasible y genuinamente de culto. Es una película extrañísima, no digo lo contrario, pero también posee un encanto que tan sólo le pertenece a ella, porque no quiere agradar a toda costa, sino elaborar un discurso que fluctúa entre lo metronómico y lo caótico, como si mezcláramos a Béjart con Xenakis, a Mondrian con Pollock... Sí, a lo mejor no fue más que una broma de un director insobornable a los grandes estudios, que tantas trabas económicas puso a su libertad creativa, precisamente en el proyecto más ancho que tuvo, y a partir del cual inició su particular crisis financiera. Ahora bien, no puedo dejar de señalar la maravillosa ubicación de ese Sweethaven en una cala perdida en Malta, las impecables caracterizaciones de Robin Williams (por entonces un desconocido) y Shelley Duvall, o las canciones de Harry Nilsson y Van Dyke Parks, con ese poso de melancolía que tampoco es lo que uno esperaría encontrar en un musical al uso. El resultado es el film marciano e inclasificable que nadie defiende a estas alturas, pero que yo seguiré reivindicando como modelo de valentía y amor por una historieta y un personaje simplemente únicos.
Por cierto, se espera una versión en 3D para este mismo año, de la que personalmente no espero nada positivo.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
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