viernes, 11 de julio de 2014

Últimas pasiones



El otro día rescaté una película magnífica, anticipadora de gran parte del último y mejor cine norteamericano; doy fe de que es así y de que la innovación me parece más un tema rotativo que lineal, al menos en cuanto a que un gran director, como es John Frankenheimer, logre conquistar una importante cuota de libertad creadora. Con el nada baladí trasfondo del celebérrimo tema de Johnny Cash, I WALK THE LINE empieza con la imponente figura del sheriff Tawes (Gregory Peck) aburriéndose en una carreterita cualquiera en algún lugar perdido de Tennessee. Antes, Frankenheimer inserta algunos fotogramas "reales" de "gente real", un recurso extraño para la época y que, con los acordes del hombre de negro, me trasladaron (magia o sugestión) a uno de los momentos que más hemos celebrado últimamente: TRUE DETECTIVE. Mucho hay de uno en otro, no sólo por la ambientación sureña, sino por basar su armazón en el descubrimiento de lo oculto tras toneladas de cotidianidad aceptada. No tan escabrosa como la serie escrita por Nic Pizzolatto, la novela de Madison Jones ramificaba sus asertos desde la pétrea dignidad del sheriff hasta su hastío matrimonial, acentuado tras el accidentado encuentro con la bella y salvaje Alma McCain (Tuesday Weld en plenitud), típico residuo redneck de moral tan floja como inescrutables intenciones. Tawes descubre la pasión que hace tiempo desapareció de su rutinario matrimonio, pero también que hay unos McCain, efectivamente rednecks, que destilan whisky ilegal y que piensan aprovechar el encoñamiento del sheriff para manipularle. Incrustada en una convicción admirable, I WALK THE LINE se olvida de cualquier género para mostrar un ramillete de personajes desnudos, frágiles, indefensos ante el más mínimo cambio en una sociedad que no los admite sin cobrar un alto precio. Frankenheimer siempre fue un narrador acojonante, igual que Johnny Cash; ver esta película, 44 años después de su estreno, confirma la vigencia de ambos artistas, de cómo pueden enlazar, sin esfuerzo aparente, con generaciones posteriores que reclaman para sí su legado.
Emocionante e intensa, y con un final difícil de olvidar.
Saludos.

4 comentarios:

Mister Lombreeze dijo...

El final es que es tremendo.

dvd dijo...

Y es una historia muy valiente, al mostrar todas las debilidades humanas de un arquetipo del cine americano que siempre ha sido expuesto como de granito. Me cuesta imaginar a otro actor haciendo este papel...

David dijo...

Eso de coger a un arquetipo y mostrarlo de forma diferente suele funcionar. Es como Mitchum en La hija de Ryan.
De Frankenheimer estoy siempre a ver si me pongo con la de 52 vive o muere ( sí, ya sé que no es de las mejores suyas...pero bueno). Esta está muy bien, pero la que más veces le he visto es la de Siete días de mayo. Me encanta esa peli. Y la de Seconds, aunque ha "envejecido" tiene momentos muy buenos y es muy curiosa (sobre toda para la época). Otra en la que Rock Hudson no interpreta su papel "habitual"(y creo que era su interpetación favorita).
Un saludito.

dvd dijo...

Recibido para mini-homenaje a Frankenheimer, un director que personalmente me encanta...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!