martes, 17 de julio de 2012

¿Nos hacemos viejos?



Uno de los síntomas más evidentes del cansancio provocado por la acumulación de años (en contra de la teoría Experiencia=frescura) es el intento de circunspección en todos y cada uno de los aspectos cuya base, en los años mozos, era mofa, befa o mero cachondeo. De esto sabe mucho Álex de la Iglesia, que debe haberse visto un par de veces en el espejo antes de rodar LA CHISPA DE LA VIDA, en ningún modo de sus peores films, pero sí de los más irreconocibles. Esto, en sí, no me parece ni mal ni bien, es natural que todos (y un artista por supuesto) intentemos avanzar, mejorar usando lo que hemos ido aprendiendo; el problema del director vasco es que parece difícil que pueda llegar a rodar como Berlanga o Wilder, si es lo que ha intentado. Y es que este curioso híbrido "comedia negra/crítica social-feroz" carece de más cosas de las que puede presumir. Le falta (y no es un chiste fácil) cierta chispa a la hora de dotar de un sentido hondo a un montaje frenético, puede que el único recurso ante la complicada tarea de enhebrar un reparto tan amplio y en el que tantos personajes tienen su(s) momento(s) álgidos. Ser coral no es cualquiera cosa, y menos serlo poniendo en solfa un stablishment, el de los mass media "vertiente rosa", con todas las connotaciones sociales que dicho fenómeno conlleva. La historia la hemos visto otras veces, puede que nos lleguen sus ecos castizos de la magistral LA CABINA, retazos de la mordacidad de ONE, TWO, THREE, e incluso nos evoque al Berlanga desatado de TODOS A LA CÁRCEL; aunque, en un retruécano que quiero permitirme, a lo mejor lo que de la Iglesia quería rodar era una puesta al día de la LOLA MONTES de Öphuls... Demasiadas cosas para tan poca cosa. LA CHISPA DE LA VIDA tiene, eso sí, dos cosas a resaltar aparte de que terminara siendo el último trabajo de nuestro admirado Galiardo; una es el espléndido trabajo de José Mota, que como suele ocurrir cuando un cómico ha de someterse a ciertas disciplinas, aparca gran parte de sus insoportables tics y los convierte en virtudes para encarnar el papel más difícil de todos, el de hombre normal. Pero lo mejor es ese dardo envenenado y muy bien camuflado que el director lanza contra toda la mierda que contienen los medios audiovisuales, a los que un día aspiró a dotar de algo de dignidad. Es brocha gorda, sí, pero ¿qué no lo es hoy en día?...
Saludos en prime time.

1 comentario:

dvd dijo...

Tenga usted cuidado, que lo de la cultura online está muy mal visto por según qué personas...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!